El apóstol Pablo nos insta tres veces en sus epístolas a ser imitadores de él como él lo es de Cristo. Estas exhortaciones se encuentran en 1ª Corintios 11:1, Filipenses 3:17 y 1ª Tesalonicenses 1:6. En estos pasajes, Pablo no busca arrogancia ni presunción, sino que ofrece su vida como un ejemplo de lo que significa seguir a Cristo.
Análisis del Término «Imitadores»
La palabra griega utilizada por Pablo para «imitadores» es «μιμηταί» (mimētai), de la cual proviene nuestra palabra «mimetizar» o «imitar». En el contexto del Nuevo Testamento, esta palabra implica más que una simple copia superficial; sugiere un seguimiento profundo y sincero de las actitudes, comportamientos y prácticas del modelo a seguir. Imitar, en este sentido, no es solo reproducir acciones externas, sino adoptar la misma disposición interna y motivaciones.
Exhortaciones de Pablo
- 1ª Corintios 11:1: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.» Aquí, Pablo establece una cadena de imitación que comienza con Cristo, pasa por él, y llega a los creyentes. No se trata de imitar a Pablo por sus propios méritos, sino porque él sigue a Cristo.
- Filipenses 3:17: «Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.» Pablo exhorta a los filipenses a observar y seguir el ejemplo de aquellos que viven de acuerdo con las enseñanzas de Cristo. Esto refuerza la idea de una comunidad de fe donde los creyentes se edifican mutuamente.
- 1ª Tesalonicenses 1:6: «Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo.» Aquí, Pablo alaba a los tesalonicenses por imitar no solo a él y a sus compañeros, sino también al Señor, incluso en medio de dificultades.
Más Allá de una Lectura Superficial
A menudo, al leer estos versículos, podemos sorprendernos y pensar que Pablo tiene una actitud arrogante al pedir que sean sus imitadores. Sin embargo, esto se debe a una comprensión limitada del contexto y propósito de sus palabras. Pablo no está buscando glorificación personal; más bien, está proporcionando un modelo tangible de cómo vivir una vida cristiana fiel.
Pablo quiere demostrar que la transformación en Cristo es posible. Su vida, con todos sus desafíos y logros, sirve como un testimonio de la gracia y el poder de Dios. Al pedirnos que lo imitemos, nos está animando a alcanzar una vida cristiana madura y plena.
Hacia la Estatura de Cristo
Estos pasajes nos animan a creer que es posible llegar a la estatura de Cristo. Pablo, consciente de sus propias debilidades y del poder transformador de Cristo en su vida, nos enseña que también nosotros podemos vivir conforme al Evangelio de manera completa y auténtica. La imitación de Cristo no se trata de perfección humana, sino de una vida rendida y transformada por el Espíritu Santo.
Conclusión
En conclusión, la exhortación de Pablo a ser sus imitadores no es un acto de arrogancia, sino una invitación a vivir una vida cristiana plena. Nos muestra que, al igual que él, podemos alcanzar una vida que refleje a Cristo en cada aspecto.
Ser imitadores de Pablo, como él lo es de Cristo, significa asumir el desafío de vivir con integridad, amor y fe, buscando siempre la estatura de Cristo. Esto nos anima a ser mejores cada día, confiando en la gracia y el poder de Dios para transformar nuestras vidas.
Esta enseñanza no solo nos ofrece un modelo a seguir, sino que también nos recuerda que la vida cristiana es un proceso de crecimiento continuo hacia la plenitud en Cristo.
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