El 1 de junio del año 165: (fecha tradicional) Justino, un temprano apologista cristiano, es decapitado junto con sus discípulos por su fe. “Si somos castigados por causa de nuestro Señor Jesucristo, esperamos ser salvos”, dijo justo antes de su muerte. Los cristianos pronto lo nombraron Justino Mártir.
Justino nació en Flavia Neápolis (hoy Nablus, en Cisjordania) alrededor del año 100. Era un filósofo que, tras varias búsquedas intelectuales y espirituales, se convirtió al cristianismo.
Se trasladó a Roma, donde fundó una escuela de filosofía cristiana y escribió varias obras en defensa de la fe cristiana, dirigidas tanto a paganos como a judíos. Entre sus escritos más conocidos se encuentran sus «Apologías» y el «Diálogo con Trifón».
Su defensa del cristianismo atrajo la atención de las autoridades romanas, quienes lo arrestaron junto a sus discípulos. Durante su juicio, Justino se mantuvo firme en su fe, lo que lo llevó a su condena y posterior ejecución.
Su martirio inspiró a muchos cristianos de su época y de épocas posteriores, convirtiéndolo en uno de los santos más venerados de la Iglesia primitiva.
La valentía y el testimonio de Justino Mártir son recordados cada año en su fiesta litúrgica el 1 de junio, siendo un ejemplo de fidelidad y dedicación a Cristo y su mensaje.
Su vida y obra continúan siendo una fuente de inspiración y enseñanza para los cristianos de todas las generaciones.
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