Charles Spurgeon, conocido por su profunda sabiduría espiritual y su habilidad para comunicar la verdad del Evangelio, enseñaba que es crucial comenzar a educar temprano a los niños, dado que ellos comienzan a pecar desde una edad temprana.
Esta perspectiva es aplicable de manera efectiva a la enseñanza de la mayordomía desde la niñez. La idea de que “los niños comienzan temprano a pecar” subraya la importancia de inculcar principios y valores sólidos desde una edad temprana, incluidos aquellos relacionados con la mayordomía responsable de los recursos y dones que Dios nos ha dado administrar.
La mayordomía, entendida como la gestión responsable de los recursos monetarios, incluyendo el tiempo, los dones, la salud (vida), es un concepto que rara vez se enseña en las escuelas públicas y, lamentablemente, a menudo se pasa por alto en la educación dominical.
Eso hace que la responsabilidad de enseñar principios de mayordomía recaiga principalmente en el hogar. Los padres tienen la tarea única de modelar y enseñar a los niños cómo vivir vidas que reflejen la gratitud hacia Dios por todo lo que se nos ha confiado, enfatizando la importancia de compartir, ahorrar e invertir, y cuidar de los recursos de manera que honre a Dios.
Enseñar mayordomía desde una edad temprana no solo prepara a los niños para tomar decisiones financieras sabias en el futuro, sino que también les enseña sobre el valor del trabajo arduo, la generosidad, y la importancia de confiar en Dios con nuestras necesidades y recursos.
Al inculcar estos valores en el hogar, los padres pueden asegurar que sus hijos crezcan con una comprensión de que la mayordomía es una parte esencial de la vida cristiana pues glorifica solo al Señor nuestro Dios y no al hombre, lo que afecta todas las áreas de nuestra existencia.
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Por lo tanto, la enseñanza de la mayordomía en el hogar se convierte en una extensión natural de la educación espiritual y moral de los niños, preparándolos no solo para ser administradores efectivos de sus bienes materiales, sino también para vivir vidas que reflejen el carácter de Cristo en todas las relaciones y circunstancias.
Siguiendo el consejo de Spurgeon, al comenzar esta enseñanza desde una edad temprana, los padres pueden ayudar a formar la base de una vida de contentamiento y gozo al servicio de Dios y de nuestro prójimo.
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