Libro de Oración Común

El 24 de agosto de 1662 marca una fecha crucial en la historia religiosa de Inglaterra, ya que fue el día en que se cumplió el plazo para que todos los ministros británicos, bajo la autoridad de la Iglesia de Inglaterra, dieran su asentimiento público al Libro de Oración Común (Book of Common Prayer, BCP).

Este evento fue el resultado directo de la Ley de Uniformidad (Act of Uniformity), aprobada el 19 de mayo de 1662, que impuso la obligación de usar exclusivamente el Libro de Oración Común en todas las ceremonias religiosas dentro de la Iglesia de Inglaterra.

La consecuencia inmediata de esta ley fue la expulsión de más de dos mil clérigos que se negaron a cumplir con estas disposiciones, en un evento conocido como la Gran Expulsión de 1662 (Great Ejection of 1662).

Para entender la importancia de este evento, es necesario contextualizar la situación religiosa en Inglaterra en el siglo XVII. Durante este período, Inglaterra había experimentado una intensa lucha entre diferentes facciones religiosas y políticas, que culminó en la Guerra Civil Inglesa (1642-1651) y la posterior ejecución del rey Carlos I en 1649.

Durante el gobierno de Oliver Cromwell y el Parlamento, conocido como la Mancomunidad de Inglaterra (Commonwealth of England), el poder de la Iglesia de Inglaterra disminuyó, y muchas congregaciones puritanas y no conformistas se expandieron.

Sin embargo, con la restauración de la monarquía en 1660 bajo Carlos II, hubo un esfuerzo deliberado por restablecer la supremacía de la Iglesia de Inglaterra y consolidar la uniformidad religiosa.

La Ley de Uniformidad de 1662 fue parte de esta agenda restauracionista. Esta ley exigía que todos los ministros aceptaran públicamente el Libro de Oración Común, que establecía la liturgia oficial para la Iglesia de Inglaterra, y que renunciaran a cualquier forma de culto que no se ajustara a este libro.

El Libro de Oración Común había sido una piedra angular de la Iglesia de Inglaterra desde su primera publicación en 1549 durante el reinado de Eduardo VI.

Compilado principalmente por Thomas Cranmer, el BCP proporcionaba un marco uniforme para el culto cristiano en inglés, incluyendo oraciones, lecturas de las Escrituras, y los sacramentos.

Su uso fue un intento de estandarizar la liturgia en todas las parroquias de Inglaterra, en un esfuerzo por eliminar las prácticas religiosas divergentes que surgieron tras la Reforma Protestante.

La edición de 1662 del BCP, la versión a la que se hace referencia en la Ley de Uniformidad, fue una revisión que buscaba reforzar la doctrina anglicana y consolidar el retorno a una forma más ritualista de culto. Esta versión sigue siendo, hasta hoy, una de las más influyentes en la historia del anglicanismo.

La Ley de Uniformidad exigía que todos los ministros y clérigos de la Iglesia de Inglaterra jurasen fidelidad al BCP y que adoptaran exclusivamente su uso en todos los servicios religiosos. Sin embargo, esta ley fue vista como inaceptable por muchos clérigos, especialmente aquellos con inclinaciones puritanas y presbiterianas, que consideraban que el BCP era demasiado ritualista y que no permitía suficiente libertad en la adoración.

El 24 de agosto de 1662, conocido como el Día de San Bartolomé, fue el plazo final para que los ministros hicieran este juramento. Más de dos mil clérigos, que representaban aproximadamente un quinto de todos los ministros de la Iglesia de Inglaterra, se negaron a aceptar estas condiciones.

Como resultado, fueron expulsados de sus parroquias, dejándolos sin medios de sustento, ya que muchos también perdieron sus hogares que estaban vinculados a sus posiciones clericales.

Este evento, conocido como la Gran Expulsión, tuvo profundas repercusiones. Los clérigos expulsados y sus seguidores formaron el núcleo del movimiento no conformista en Inglaterra, que abarcaba a diversas denominaciones como los bautistas, los congregacionalistas y los presbiterianos, que rechazaban la autoridad de la Iglesia de Inglaterra.

La Gran Expulsión no solo fracturó permanentemente el panorama religioso inglés, sino que también influyó en la relación entre la iglesia y el estado, y en la eventual expansión de las libertades religiosas en los siglos siguientes.

La Gran Expulsión de 1662 cimentó una división duradera entre los anglicanos y los no conformistas en Inglaterra. Aunque los no conformistas fueron marginados durante gran parte del siglo siguiente, sus comunidades crecieron en número e influencia, especialmente en las áreas urbanas.

A largo plazo, la expulsión contribuyó al desarrollo de un movimiento a favor de la tolerancia religiosa y la libertad de culto, que eventualmente condujo a la Ley de Tolerancia de 1689, la cual permitió a los no conformistas tener sus propias iglesias y prácticas religiosas.

Además, el impacto de la Gran Expulsión se sintió más allá de las fronteras inglesas. En las colonias británicas de América del Norte, muchos de los expulsados o sus seguidores emigraron en busca de libertad religiosa, llevando consigo sus tradiciones y contribuyendo al pluralismo religioso en el Nuevo Mundo.

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En resumen, el 24 de agosto de 1662 fue una fecha crucial en la historia de Inglaterra y de la Iglesia de Inglaterra.

La imposición de la Ley de Uniformidad y la subsecuente Gran Expulsión no solo reflejaron los conflictos religiosos y políticos de la época, sino que también tuvieron un impacto duradero en la configuración de la identidad religiosa británica y en la lucha por la libertad religiosa que continuó en las generaciones venideras.

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