Martín Lutero versus Johannes Agricola

El 12 de enero de 1538 (Historia Moderna), Martín Lutero y Johannes Agricola llevaron a cabo su segunda disputación en Wittenberg para abordar una cuestión teológica que había generado controversia en el ámbito reformador: El Antinomianismo

Este término, derivado del griego (anti = contra; nomos = ley), se refiere a la postura que rechaza la relevancia o necesidad de la ley moral (particularmente los Diez Mandamientos) en la vida cristiana, especialmente después de la justificación por la fe.

Johannes Agricola, antiguo discípulo de Lutero, defendía que la ley no tenía un papel necesario para los cristianos, ni siquiera como guía moral o para la disciplina eclesiástica. 

Según Agricola, la predicación del Evangelio debía centrarse exclusivamente en la gracia y en la promesa de salvación mediante la fe, y consideraba que insistir en la ley podía llevar a un legalismoque oscurecería el mensaje central del evangelio.

Por su parte, Martín Lutero, aunque coincidía en que la ley no tiene un papel en la justificación (es decir, el acto por el cual Dios declara justo al pecador mediante la fe en Cristo), sostenía que la ley seguía siendo indispensable en la vida cristiana por varias razones fundamentales:

La ley revela el pecado: Lutero insistía en que la ley tiene una función pedagógica crucial. Como dice en Romanos 3:20, “por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Sin la ley, los seres humanos no pueden comprender plenamente su condición pecaminosa ni su necesidad desesperada de la gracia de Dios en Cristo.

La ley mantiene la disciplina en la iglesia y en la sociedad: Lutero veía la ley como un medio para regular la conducta de los creyentes y garantizar el orden en la comunidad cristiana y en la sociedad en general. Sin un marco moral basado en la ley de Dios, el caos y la desobediencia se apoderarían de la vida humana.

La ley guía la vida cristiana: Lutero creía que, aunque la ley no salva, es un reflejo del carácter santo de Dios y proporciona una guía práctica para los creyentes que desean vivir de una manera que agrade a Dios. 

Este uso de la ley como guía moral (a menudo denominado el “tercer uso de la ley” en la teología reformada) ayuda a los cristianos a crecer en santidad y conformarse a la imagen de Cristo.

En esta disputación, Lutero se esforzó por corregir las ideas de Agricola, argumentando que el rechazo total de la ley no solo era una distorsión del Evangelio, sino también un camino peligroso hacia la anarquía espiritual y moral

Aunque ambos estaban de acuerdo en que la salvación es por gracia mediante la fe y que la ley no tiene poder para justificar, Lutero advirtió que ignorar la ley podría llevar a una vida cristiana descuidada y sin dirección.

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El conflicto con Agricola marcó un momento importante en la historia de la Reforma, ya que Lutero dejó claro que la gracia no anula la ley, sino que la establece en su lugar correcto. 

De hecho, Lutero mismo escribió extensamente sobre el tema en sus comentarios bíblicos y sermones, enfatizando que la gracia de Dios en Cristo no libera al creyente de la responsabilidad moral, sino que lo capacita para cumplir la ley desde el corazón.

La segunda disputación entre Lutero y Agricola en Wittenberg no solo abordó un tema teológico relevante para la época, sino que también dejó un legado importante en la comprensión reformada de la relación entre la ley y el Evangelio, un tema que sigue siendo debatido y reflexionado hasta el día de hoy.

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