El Afán

En Mateo 6:34, la palabra traducida como “afán”, “preocupación” en muchas versiones de la Biblia en español proviene del término griego «μεριμνᾶτε» (merimnate), que es la forma conjugada del verbo «μεριμνάω» (merimnaō). Ese verbo griego significa preocuparse, estar ansioso, o tener cuidado, especialmente de manera excesiva.

Se refiere a una preocupación profunda que divide y distrae la mente, lo que implica una ansiedad sobre el futuro o las necesidades diarias que puede llevar a una persona a perder el enfoque en la confianza y dependencia de Dios.

La enseñanza aquí, en el contexto del sermón de Jesús, es una exhortación a no dejar que las preocupaciones sobre las necesidades básicas de la vida, como la comida y la vestimenta, o la ansiedad por el futuro, consuman nuestras mentes hasta el punto de olvidar la providencia y cuidado de Dios. En su lugar, se nos anima a confiar en que Dios conoce nuestras necesidades y se ocupará de ellas.

Mateo 6:34, ubicado en el corazón del Sermón del Monte, ofrece una profunda enseñanza sobre la confianza en la providencia divina y el enfoque consciente en el presente.

Jesús concluye una sección dedicada a la ansiedad por las necesidades materiales con esta exhortación a no preocuparse por el mañana, destacando dos aspectos esenciales para la comprensión de nuestra relación con el tiempo y la providencia divina.

Primero, ese versículo nos insta a vivir en el momento presente. Al aconsejarnos contra la preocupación por el futuro, Jesús no promueve la negligencia o la falta de responsabilidad. En cambio, nos enseña a centrar nuestra atención y esfuerzos en el día a día, confiando en que cada día viene con su propia provisión y desafíos que son suficientes por sí mismos.

Este enfoque alienta una dependencia diaria de Dios, recordándonos buscar primero su reino y su justicia, con la confianza de que nuestras necesidades materiales serán satisfechas.

Segundo, el versículo reconoce la realidad de las dificultades diarias (“Basta a cada día su propio mal”) pero desalienta la acumulación anticipada de preocupación que a menudo acompaña al pensamiento ansioso sobre el futuro.

Al hacerlo, subraya una verdad fundamental sobre la condición humana: aunque enfrentaremos dificultades, no estamos solos en ellas. La presencia constante de Dios y su cuidado providencial son aseguranzas de que podemos enfrentar cada día con fe, en lugar de miedo.

Esta enseñanza va más allá de la mera gestión de la ansiedad; nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra fe y confianza en Dios. Al abstenernos de preocuparnos excesivamente por el futuro, ejercemos una fe práctica que reconoce a Dios como el sustentador de nuestras vidas.

Esto no solo alivia nuestra ansiedad sino que también profundiza nuestra relación con Él, ya que aprendemos a ver cada día como una oportunidad para experimentar su fidelidad y cuidado.

Por lo tanto, Mateo 6:34 nos desafía a reconsiderar nuestras prioridades y a dónde dirigimos nuestra atención. En lugar de dejarnos consumir por lo que el mañana pueda traer, se nos llama a vivir plenamente en el presente, atentos a la presencia y provisión de Dios en cada momento.

Esta perspectiva no solo aligera la carga de nuestras preocupaciones sino que también enriquece nuestra jornada diaria con un sentido renovado de propósito y gratitud.

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