El 14 de junio de 1984, la Convención Bautista del Sur (Southern Baptist Convention, SBC) aprobó una resolución que se oponía a la ordenación de mujeres para el ministerio en la Iglesia Bautista. Esta decisión marcó un momento significativo en la historia de la denominación y reflejó las tensiones y debates internos sobre el papel de las mujeres en la iglesia.
La resolución de 1984 no surgió en un vacío, sino que fue el resultado de años de discusiones teológicas y culturales dentro de la Convención Bautista del Sur.
A medida que el movimiento de derechos civiles y el feminismo ganaban impulso en la sociedad estadounidense durante las décadas de 1960 y 1970, muchas instituciones religiosas, incluida la SBC, se encontraron lidiando con preguntas sobre igualdad de género y roles tradicionales.
Para la SBC, que históricamente había mantenido una interpretación conservadora de las Escrituras, la idea de permitir la ordenación de mujeres para el ministerio era vista como una desviación significativa de sus enseñanzas bíblicas tradicionales.
La oposición a la ordenación de mujeres estaba enraizada en una lectura literal de ciertos pasajes de la Biblia, particularmente las cartas de Pablo en el Nuevo Testamento, que muchos interpretan como indicaciones de que el liderazgo pastoral debe ser ejercido por hombres.
La resolución aprobada en 1984 formalizó esta postura. El texto de la resolución argumentaba que, de acuerdo con la interpretación tradicional de las Escrituras, el liderazgo pastoral estaba reservado exclusivamente para los hombres.
Esta decisión reflejaba la visión predominante entre los líderes de la SBC de que las diferencias de género tenían implicaciones específicas para los roles dentro de la iglesia.
La aprobación de esta resolución no estuvo exenta de controversia. Dentro de la SBC, hubo y sigue habiendo voces disidentes que argumentan que la prohibición de la ordenación de mujeres es una interpretación restrictiva y culturalmente condicionada de las Escrituras.
Estos críticos sostienen que la Biblia debe ser leída en su contexto histórico y que las enseñanzas de igualdad y amor presentes en el Evangelio abogan por una mayor inclusión de las mujeres en todos los niveles de liderazgo eclesial.
A pesar de estas voces de disidencia, la resolución de 1984 ha tenido un impacto duradero en la estructura y cultura de la SBC.
Ha reafirmado el compromiso de la denominación con una interpretación complementaria de los roles de género, en la que hombres y mujeres son vistos como igualmente valiosos ante Dios, pero con responsabilidades distintas y complementarias dentro de la iglesia y la familia.
En términos prácticos, esta resolución ha significado que las iglesias afiliadas a la SBC no ordenan a mujeres como pastoras y, en muchos casos, también restringen a las mujeres de ocupar otros roles de liderazgo eclesial.
Sin embargo, muchas mujeres en la SBC encuentran formas de servir y liderar dentro de las limitaciones establecidas, contribuyendo significativamente a la vida y misión de la iglesia.
La resolución de 1984 sobre la ordenación de mujeres también ha tenido implicaciones más amplias para el movimiento bautista y la comunidad cristiana en general.
Ha contribuido a las divisiones y debates sobre el papel de las mujeres en el ministerio dentro del cristianismo evangélico y ha influido en las conversaciones sobre género y liderazgo en otras denominaciones.
En resumen, la resolución de la Convención Bautista del Sur del 14 de junio de 1984 que se opone a la ordenación de mujeres para el ministerio refleja una postura teológica conservadora basada en una interpretación literal de las Escrituras.
Aunque ha generado controversia y debate interno, ha sido una decisión fundamental que ha definido el papel de las mujeres en la denominación durante las décadas siguientes.
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