Pagar Todo a Todos; Romanos 13:7

por

en

Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” Romanos 13:7 (RVR1960)

Este versículo nos recuerda que somos mayordomos de los recursos que Dios nos ha confiado, y que nuestra responsabilidad es cumplir con cada obligación que se nos presenta.

En el contexto de la epístola a los Romanos, esta instrucción de Pablo hacía eco de una necesidad de orden y justicia que debía marcar la vida de quienes seguían a Cristo. Él, en su gracia soberana, nos encarga administrar Sus bienes con integridad y transparencia, no como dueños sino como siervos al servicio de Su voluntad.

Este mandato de dar a cada cual lo que le es debido nos dirige a la importancia de la honestidad y fidelidad en todos los aspectos de la vida, especialmente en el manejo de las finanzas.

Analicemos las palabras claves de este pasaje. La palabra griega usada para “pagad” es “ἀπόδοτε” (apodote), que se traduce como “devolver” o “entregar de vuelta”, lo cual implica que no estamos poseyendo estos recursos de manera definitiva, sino que simplemente los manejamos temporalmente para los propósitos de nuestro Señor Jesucristo.

Por otro lado, el término “tributo” (φόρος, phoros) se refiere a una contribución o impuesto, pero en el contexto espiritual podemos verlo como una ofrenda de gratitud a Dios por todo lo que Él nos concede.

Además, “respeto” y “honra” nos recuerdan que debemos manejar las finanzas y bienes del Señor de manera que refleje reverencia y dignidad hacia Él y hacia aquellos a quienes debemos. En cada uno de estos términos, encontramos el llamado a una vida de integridad, donde cumplimos nuestras responsabilidades en cada ámbito.

El principio de integridad que emerge de este versículo se fundamenta en la conciencia de que todo lo que administramos pertenece a Dios y que actuamos como Sus mayordomos responsables.

En Lucas 12:48, Jesús enseña: “Al que mucho se le da, mucho se le demandará; y al que mucho se le ha confiado, más se le pedirá.” Así, somos llamados a vivir de manera que honre a Cristo Jesús, usando los recursos encomendados no para enriquecernos egoístamente, sino para edificar Su Reino y ayudar a otros en sus necesidades.

Como ministros de Su gracia, debemos recordar que cada decisión financiera que tomamos debe someterse a la voluntad de Dios, sabiendo que el pecado de la avaricia y la injusticia contrista el Espíritu Santo y deshonra Su nombre.

Consideremos un ejemplo práctico: si uno de nosotros tiene una deuda con otro hermano o con alguna institución, ser diligentes en pagar cada cuota o el monto total no solo refleja responsabilidad sino también amor y obediencia al Señor. No podemos justificar un mal manejo de las finanzas o postergar nuestras obligaciones sin un motivo justo, pues esto podría reflejar un corazón que no valora lo que Dios nos confía. En lugar de ello, debemos ser rápidos y honestos en cumplir nuestras deudas y responsabilidades, reconociendo que incluso en estos asuntos cotidianos reflejamos la luz de Cristo.

También le interesaría:

En conclusión, el llamado de Romanos 13:7 a dar a cada cual lo que le es debido nos recuerda que, como administradores de los recursos de Dios, nuestras acciones deben honrarle en todo.

La honestidad, el respeto y la responsabilidad son valores esenciales para manejar las finanzas conforme a la voluntad de la palabra de Dios.

Vivir así no solo agrada a nuestro Señor Jesucristo, sino que también muestra al mundo que seguimos Sus enseñanzas, siendo fieles en lo poco para que Él nos confíe mucho.

Comparte en tus redes


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *