«La fuente más segura de destrucción para los hombres es obedecerse a sí mismos.»
«El mismo ser que tenemos y lo que somos no consiste en otra cosa sino en subsistir y estar apoyados en Dios. Además, estos bienes, que como gota a gota descienden sobre nosotros del cielo, nos encaminan como de arroyuelos a la fuente.»
«Es cierto que no es imposible que los ricos sirvan a Dios; pero el que se entrega como esclavo a las riquezas, debe abandonar el servicio de Dios, porque la avaricia nos hace esclavos del diablo.»
«Pero ya que nada es más difícil que refrenarlos apetitos depravados de la carne, y ya que la ingratitud del hombre es tan vil e impía, que Dios casi nunca los satisface; el Señor se llama a sí mismo no simplemente “una recompensa”, sino una recompensa extraordinariamente grande, con la que debemos estar más que suficientemente satisfechos.»
«Todo lo que Dios nos ha concedido lo tenemos en préstamo, a fin de que siempre dependamos de Él.»
«Nadie lleva una vida más desordenada que el hombre que vive para sí mismo y que solo piensa en su propio beneficio.»
«Los deseos de la carne, siempre que el alma consiente en ellos, conducen a la perdición.»
«Por lo tanto, un alma, cuando se la priva de la Palabra de Dios, es entregada desarmada al diablo para su destrucción.»
«En todo y de todas las maneras nos ahogamos en la perdición, hasta que Dios se apiada de nosotros y nos saca.»
«Nuestros escasos deseos impiden que Dios derrame sus dones sobre nosotros con mayor abundancia.»
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