-La verdadera magnitud de nuestras capacidades solo se revela cuando nos atrevemos a desafiar lo que parece imposible
-Encontramos autoridad financiera solo en la Biblia.
-Amar las cosas cuando ellas ni siquiera saben que existimos es enfermizo.
-Vivir modestamente, aunque es menospreciado hoy en día debido a la presión social hacia el consumismo y la búsqueda de riquezas materiales, se considera el camino más seguro.
-El objetivo principal de la vida cristiana no es acumular riquezas.
-Aprendamos a vivir con la mirada puesta tanto en la tierra como en la eternidad.
-No debemos evaluar nuestro estado financiero según los criterios mundanos.
-Dios, en su infinita bondad, transforma el resultado del mal en bien para nosotros, incluso en nuestra mala administración de las finanzas.
-Tenemos un gran Cristo para satisfacer nuestras grandes necesidades.
-Si no estamos gozosos en nuestra privacidad con la provisión de Dios, tampoco lo estaremos en público.
-En medio de las deudas, podemos ser víctimas o potenciales vencedores.
-Nuestra meta debe ser que nuestros hijos alcancen un mayor poder adquisitivo.
-El mejor momento para buscar un nuevo y mejor trabajo es mientras se está empleado.
-Debemos ser más conscientes de que somos fácilmente, leyó bien, fácilmente engañados.
-El arrepentimiento de nuestros pecados no es inherente en nosotros; es provocado por el Espíritu Santo en nosotros.
-Como nuevas criaturas, las cosas viejas han pasado, así que no sigamos arrastrando deudas.
-Si estamos demasiado a la defensiva con respecto a nuestras deudas malas, es porque somos culpables de una mala administración del dinero.
-No dejemos la humildad de lado por alcanzar nuestros objetivos.
-Nosotros, los renacidos, lo tenemos todo gracias a la gracia de Dios.
-Si mantenemos en mente que nada es gratis, seremos siervos fieles del Señor Jesucristo; para nosotros, la salvación es gratuita, pero a Dios le costó lo más valioso que posee.
-Si el Señor Jesucristo no gobierna nuestras finanzas, lo hará el mundo, Satanás o nuestro ego.
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