El 24 de diciembre de 1223 (Historia Medieval), Francisco de Asís, conocido por su profunda devoción y amor hacia la humildad y la sencillez del Evangelio, llevó a cabo una de las iniciativas más emblemáticas de la tradición cristiana: el primer pesebre viviente de la historia.
Este acontecimiento tuvo lugar en una cueva cercana a Greccio, un pequeño pueblo en Italia, donde Francisco de Asís deseaba recrear de manera tangible y visual la escena del nacimiento de Cristo para que los fieles pudieran comprender y experimentar el profundo significado de la Encarnación.
Con la colaboración de los aldeanos locales, Francisco de Asís organizó una representación en vivo que incluyó personas y animales reales: un buey y un asno, simbolizando la humildad del lugar donde el Salvador del mundo vino al mundo.
Según los relatos de su biógrafo, Tomás de Celano, Francisco de Asís deseaba “ver con los ojos del cuerpo lo que vio en la cuna con los ojos del alma”. La escena, simple pero profundamente conmovedora, capturaba la pobreza y la humildad de Belén, enfatizando que el Hijo de Dios no nació en un palacio, sino en un establo, rodeado de sencillez y pureza.
Durante la misa de Nochebuena, celebrada frente al pesebre, Francisco de Asís predicó sobre el milagro de la Encarnación, inspirando a los presentes con su fervor y devoción. Este evento no solo permitió que los fieles reflexionaran de manera más profunda sobre el significado del nacimiento de Cristo, sino que también marcó el inicio de una tradición que se ha extendido por el mundo entero: los pesebres y nacimientos navideños.
También le interesaría:
El pesebre viviente de Francisco de Asís no solo fue una representación artística, sino una herramienta espiritual destinada a reforzar la fe y fomentar la adoración.
Su legado continúa hasta el día de hoy, con incontables comunidades cristianas recreando la escena del nacimiento de Jesús cada Navidad.
Este gesto sencillo, nacido del deseo de Francisco de Asís de acercar a las personas al misterio de la Encarnación, sigue siendo un poderoso recordatorio de la humildad, la sencillez y el amor que caracterizan el mensaje de Cristo.
Deja una respuesta