El pasaje bíblico de Proverbios 23:19-21 nos hace una advertencia clara sobre los riesgos asociados con ciertos estilos de vida, específicamente con el consumo excesivo de alcohol y alimentos.
Para entender mejor el significado de este pasaje, es útil examinar las palabras hebreas utilizadas para “bebedores”, “comedores” y “comilón”.
Bebedores (bebedor): La palabra hebrea utilizada aquí es «שֹׁתֵי» (shotei), que es el plural de «שׁוֹתֶה» (shoteh), derivada del verbo «שָׁתָה» (shatah), que significa «beber».
Ese término no tiene connotaciones inherentemente negativas por sí mismo, ya que simplemente denota la acción de beber. Sin embargo, en el contexto de Proverbios, se utiliza específicamente para referirse a aquellos que beben vino en exceso, implicando un comportamiento imprudente o destructivo asociado con la embriaguez.
Comedores de carne (comedores): La palabra hebrea es «אֹכְלֵי» (ochlei), que es el plural de «אוֹכֵל» (ochel), derivada de «אָכַל» (akal), que significa “comer”. Al igual que con «shoteh», «ochel» no es negativa en sí misma; se refiere simplemente a la acción de comer.
El término “comedores de carne” en este pasaje sugiere un consumo excesivo o glotón, no simplemente el acto de comer carne.
Comilón: La palabra específica usada en el texto hebreo es «זוֹלֵל» (zolel), que se traduce directamente como «glotón» o «derrochador», particularmente en el contexto de comer. «Zolel» proviene de la raíz «זלל» (zalal), que connota algo devaluado o despreciado.
Este término lleva una connotación claramente negativa, implicando desenfreno y falta de autocontrol que lleva a consecuencias negativas.
El mensaje de estos versículos es profundamente moral y espiritual. Se nos aconseja ser sabios y dirigir nuestros corazones hacia caminos rectos, evitando las compañías y comportamientos que nos puedan llevar a la pobreza y ruina, no solo en el sentido material sino también espiritual.
El “bebedor” y el “comilón” son ejemplos de aquellos cuyos excesos resultan en pobreza y desorden. Esto no solo habla de pobreza económica, sino también de una pobreza espiritual, evidenciada por un estilo de vida que descuida los valores y principios más elevados que se nos aconseja cultivar.
Así, este pasaje nos exhorta a vivir de manera moderada y consciente, valorando los recursos que tenemos y utilizando nuestros cuerpos y nuestras vidas de manera que reflejen sabiduría y disciplina.
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