Ser Diligentes, Proverbios 27:23-24

En Proverbios 27:23-24 se nos exhorta a ser diligentes con nuestras riquezas y recursos. El texto dice: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños; porque las riquezas no duran para siempre, ni la corona para perpetuas generaciones.«

Para entender mejor esta orden, veamos las palabras clave en hebreo.

  1. «Sé» (en hebreo: יָדַע, yadá): Esta palabra se traduce como «conocer» o «saber». En este contexto, implica una acción continua y consciente de estar informado y atento a la condición de los recursos y posesiones.
  2. «Diligente» (en hebreo: דָּע, dá): Esta palabra proviene de la raíz «דָּרַשׁ» (dárash), que significa «buscar», «inquirir» o «investigar». Aquí, ser diligente implica una acción cuidadosa y persistente en la administración y supervisión.
  3. «Riquezas» (en hebreo: עֹשֶׁר, óser): Esta palabra se refiere a la abundancia de bienes materiales y prosperidad.

El llamado a la diligencia en Proverbios se refuerza con otros pasajes bíblicos que subrayan la importancia de la administración sabia de los recursos.

Proverbios 10:4-5: «La mano negligente empobrece, pero la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en verano es hombre entendido; el que duerme en tiempo de siega es hijo que avergüenza.»

Aquí, se destaca la diferencia entre la negligencia y la diligencia, asociando esta última con la prosperidad y la sabiduría.

Proverbios 12:24: «La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria.»

Este versículo resalta que los diligentes tendrán dominio y éxito, mientras que los negligentes estarán sujetos a otros.

Proverbios 21:5: «Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.»

La planificación cuidadosa y diligente conduce a la abundancia, en contraste con la prisa y la falta de consideración, que resultan en pobreza.

Eclesiastés 11:6: «En la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.»

La persistencia en el trabajo y la inversión diligente son principios bíblicos que conducen a la prosperidad.

En resumen, la Biblia nos instruye a ser diligentes con nuestras riquezas y recursos, no solo como una opción, sino como un mandato para vivir una vida ordenada y bendecida. La diligencia implica conocimiento, esfuerzo continuo y supervisión cuidadosa, principios que se reflejan a lo largo de las Escrituras.

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