«Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.» Mateo 5:13-14 (RVR1960)
En este pasaje, el término «sal» en griego «ἅλας» (halas) representa no solo un sabor, sino un preservador. Como administradores de las riquezas del Señor, estamos llamados a preservar y utilizar los recursos de manera que reflejen los valores del Reino de Dios.
La «sal» es un recordatorio de que nuestro manejo de los bienes materiales debe prevenir la corrupción y mantener su propósito original, que es glorificar a Dios.
Al desvanecerse la «sal» (griego «μωραίνω» – moraino), pierde su efectividad, simbolizando cómo la falta de integridad y propósito en la administración financiera puede llevar a la inutilidad y al desperdicio.
El versículo adicional de Lucas 16:11 dice: «Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?« Este versículo subraya la necesidad de fidelidad en lo temporal para ser considerados dignos de recibir lo eterno.
En este sentido, como siervos de Cristo, debemos administrar los recursos temporales de modo que demuestren nuestra lealtad y reverencia hacia el Señor, quien es la fuente de toda riqueza.
La «luz» del mundo, del griego «φῶς» (phos), indica visibilidad e influencia. Como ministros de las finanzas del Señor, debemos permitir que nuestras acciones y decisiones financieras iluminen a otros, demostrando principios de honestidad, generosidad y responsabilidad.
La «ciudad» asentada sobre un «monte«, del griego «πόλις» (polis) y «ὄρος» (oros) respectivamente, representa una vida de transparencia y responsabilidad que no puede ser escondida. Nuestros actos de mayordomía deben ser visibles y reflejar la bondad y justicia de Dios.
Un ejemplo práctico de este principio sería un administrador financiero cristiano que implementa prácticas éticas en sus decisiones de inversión, priorizando proyectos que beneficien a la comunidad de fe y promuevan la justicia social en su ciudad.
Este enfoque no solo preserva y aumenta las riquezas del Señor, sino que también ilumina el camino para otros en el mercado, mostrando que es posible manejar las finanzas de manera que honren a Dios y sirvan al bien común.
También le interesaría:
En resumen, la aplicación de estos principios en nuestra vida diaria nos ayuda a manejar las finanzas de una manera que honra a Dios, reconociendo que todo lo que poseemos le pertenece al Señor.
Como mayordomos responsables, nuestra tarea es reflejar Su luz y preservar la integridad de los recursos que se nos han confiado, usando cada oportunidad para glorificar Su nombre a través de nuestra administración fiel y generosa.
Deja una respuesta