Santidad de Dios y su Impacto en nuestras Finanzas

«Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Isaías 6:3).

La santidad de Dios es uno de Sus atributos más profundos y significativos. El hecho de que los serafines en el trono de Dios proclamen «Santo, Santo, Santo» destaca la perfección y la pureza absoluta de Dios. Esta triple repetición no es común en la Escritura y subraya la magnitud de Su santidad, algo que debe asombrarnos y guiarnos en todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestras finanzas.

Conectando la santidad de Dios con nuestras finanzas

  1. Integridad en nuestras transacciones:
    Dios es puro y perfecto, sin sombra de corrupción. Nosotros, como Sus hijos, estamos llamados a reflejar esa santidad en nuestras finanzas. Esto significa ser honestos en todas nuestras transacciones, evitando la trampa de prácticas deshonestas o engañosas. En Proverbios 11:1 leemos: «El peso falso es abominación a Jehová; mas la pesa cabal le agrada«. Debemos ser justos y transparentes, asegurándonos de que nuestras acciones financieras sean una representación fiel de la pureza de Dios.
  2. Mayordomía responsable:
    Reconociendo que todo lo que poseemos proviene de Dios, debemos manejar nuestras finanzas con sabiduría y responsabilidad. La santidad de Dios nos llama a ser buenos administradores de los recursos que Él nos ha confiado. Esto incluye presupuestar, ahorrar, y gastar con prudencia. En 1 Corintios 4:2, se nos recuerda: «Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel«. Al ser fieles mayordomos, reflejamos la naturaleza santa de Dios.
  3. Generosidad y justicia:
    La santidad de Dios se manifiesta también en Su justicia y amor. Debemos, por tanto, utilizar nuestras finanzas para promover la justicia y mostrar amor a nuestro prójimo. Esto puede ser a través de la caridad, ayudando a los necesitados y apoyando obras que promuevan el bien común. En 2ª Corintios 9:7 se nos dice: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre«. Al ser generosos y justos con nuestras finanzas, honramos y la santidad de Dios y le glorificamos.

Conclusión

La santidad de Dios nos invita a una vida de pureza y rectitud en todas las áreas, incluyendo nuestras finanzas. Al gestionar nuestros recursos con integridad, responsabilidad y generosidad, reflejamos la gloria y la santidad de nuestro Señor. Que cada decisión financiera que tomemos sea un acto de adoración, demostrando que reconocemos a Dios como tres veces santo y digno de nuestra total devoción y obediencia.

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