-La espera de la misericordia de Cristo nos motiva a ser diligentes en nuestra vida espiritual, edificando nuestra fe y cuidando nuestro caminar con Dios.
-Parte de nuestra mayordomía es cuidar lo que hemos trabajado en la fe. Debemos proteger lo que hemos construido espiritualmente.
-Ser vigilantes en nuestra vida cristiana asegura que nuestro esfuerzo no sea en vano y que permanezcamos firmes en lo que hemos edificado.
-Dios ha prometido una recompensa a quienes perseveran. Cuidar lo que hemos logrado en la fe es esencial para recibir lo que Él nos ha prometido.
-La mayordomía también implica cuidar de los demás. Si hemos sido bendecidos, tenemos la responsabilidad de compartir con quienes lo necesitan.
-Cuando ayudamos a otros, mostramos la verdadera evidencia del amor de Dios en nuestras vidas.
-Parte de nuestra responsabilidad como creyentes es usar nuestros recursos para bendecir a quienes están en necesidad, reflejando así el amor de Dios.
-El amor al dinero y la avaricia pueden llevarnos al engaño y malas intenciones. Debemos cuidarnos de no caer en ello.
-Hay quienes buscan sacar provecho de otros por ganancias personales. Debemos estar atentos y no dejarnos llevar por tales intenciones.
-Dios no pasa por alto el comportamiento injusto. En su tiempo, juzgará a aquellos que actúan con avaricia y malas intenciones.
-El sacrificio genuino en el servicio a Dios debe tener un costo personal. David nos enseña que no debemos ofrecer lo que no nos cuesta.
-Nuestras ofrendas a Dios, ya sea tiempo, dinero o recursos, deben venir de un corazón dispuesto a sacrificarse por Él.
-Un verdadero ofrecimiento a Dios demuestra reverencia y gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros.
-David insistió en pagar por su sacrificio, recordándonos que el servicio a Dios debe ser algo que implique un esfuerzo sincero y personal.
Dedique diariamente algunos minutos a la lectura acerca de la mayordomía bíblica; estudié, escudriñe, y absorba lo investigado. Gradualmente, aumente este tiempo hasta dedicar una hora cada día.
No mostremos el dinero ganado o que hemos logrado obtener, sino el arduo esfuerzo que hemos invertido para conseguirlo.
La transparencia financiera y la responsabilidad compartida en las relaciones, enseña cómo las parejas deben trabajar juntas hacia objetivos financieros comunes.
La práctica de elaborar un presupuesto mensual y monitorear las transacciones a diario subraya la relevancia de una administración detallada de las finanzas para prevenir el endeudamiento y promover el ahorro y la inversión.
La planificación financiera persistente nos traslada de un patrimonio neto negativo a financieramente sustentable en menos de una década.
Cortejar a una mujer sin tener estabilidad financiera no es actuar con responsabilidad; es primordial ordenar las finanzas.
La fidelidad al Señor como sus siervos requiere poner lo importante por encima del placer.
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