Harán Mercadería de Nosotros, 2ª Pedro 2:3

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2ª Pedro 2:3 dice: «Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme

La avaricia es uno de los mayores enemigos de la mayordomía bíblica en el área de las finanzas. La Biblia advierte repetidamente sobre los peligros de la avaricia y cómo puede desviar nuestros corazones de Dios.

En Lucas 12:15, Jesús dice: «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.» La avaricia nos lleva a poner nuestra confianza en las riquezas materiales en lugar de en Dios, lo que puede resultar en una vida de insatisfacción y estrés financiero.

Hacer mercadería de vosotros con palabras fingidas se refiere a aquellos que explotan a otros para su propio beneficio financiero. Esta práctica es condenada fuertemente en la Biblia, ya que va en contra de los principios de honestidad e integridad que deben guiar nuestra vida financiera.

Proverbios 21:6 dice: «Amasar tesoros con lengua mentirosa es un vapor fugaz y lazo mortal.» El uso de engaños y falsedades para obtener ganancias materiales es un acto que Dios aborrece y que inevitablemente lleva a la ruina.

La palabra fingidas destaca la falsedad y el engaño. En el contexto de la mayordomía financiera, esto puede incluir prácticas deshonestas como fraudes, estafas y manipulación de la verdad para obtener beneficios económicos.

La Biblia nos llama a ser transparentes y veraces en todas nuestras transacciones. Efesios 4:25 dice: «Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.» La honestidad es esencial para construir una relación de confianza y para honrar a Dios con nuestras finanzas.

La condenación es la consecuencia divina para aquellos que practican la avaricia y el engaño. La Biblia es clara en que Dios juzgará a aquellos que explotan y engañan a otros por ganancias personales. En 1ª Timoteo 6:9-10, se advierte: «Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.» Este juicio no solo es espiritual, sino que a menudo también tiene repercusiones en esta vida.

La perdición es el destino final de aquellos que viven una vida guiada por la avaricia y el engaño. La Biblia enseña que estos caminos llevan a la destrucción, tanto temporal como eternamente.

En Mateo 16:26, Jesús pregunta: «Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?» Este versículo subraya la futilidad de ganar riquezas materiales a expensas de nuestra integridad y nuestra relación con Dios.

En griego, la palabra avaricia (πλεονεξία, pleonexía) se refiere a un deseo insaciable de más, especialmente de lo que pertenece a otros. Esta palabra implica un deseo excesivo que va más allá de las necesidades legítimas.

Mercadería (ἐμπορεύομαι, emporeúomai) significa comerciar o hacer negocio, especialmente con el fin de obtener ganancias a costa de otros. Fingidas (πλαστός, plastós) se refiere a algo moldeado o fabricado, y en este contexto, indica palabras o acciones falsificadas para engañar. Condenación (κρίμα, kríma) se refiere a un juicio o veredicto, especialmente uno de culpabilidad. Perdición (ἀπώλεια, apóleia) significa destrucción o ruina completa.

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En conclusión, la mayordomía bíblica en el área de las finanzas nos llama a vivir una vida libre de avaricia, guiada por la honestidad y la integridad. Debemos evitar hacer mercadería de nuestra fe o de otros con palabras fingidas, sabiendo que Dios juzgará tales acciones y que la condenación y la perdición son las consecuencias de una vida dedicada al engaño y la avaricia. Al adherirnos a estos principios, no solo honramos a Dios con nuestras finanzas, sino que también construimos una vida de paz, satisfacción y verdadero propósito.

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