Charles Spurgeon y la Autoadmiración

La enseñanza de Charles Spurgeon sobre la autoadmiración y la adoración a Dios resalta un peligro espiritual que puede surgir cuando nos enfocamos excesivamente en nosotros mismos.

En el ámbito de la mayordomía bíblica, especialmente en la administración de las finanzas, este principio cobra una relevancia especial. La autoadmiración puede llevarnos a perder de vista el hecho de que todo lo que poseemos es un don de Dios y que somos llamados a ser buenos administradores de esos recursos.

Principios Bíblicos de la Mayordomía en las Finanzas

Reconocimiento de la Soberanía de Dios. El primer principio de la mayordomía bíblica es reconocer que Dios es el dueño de todo lo que poseemos. Salmo 24:1 nos recuerda: «Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan«. Al comprender que nuestras posesiones y habilidades son dadas por Dios, podemos alejarnos del narcisismo y dirigir nuestra adoración hacia Él en lugar de hacia nosotros mismos.

Humildad y Dependencia de Dios. La Biblia nos enseña la importancia de la humildad y la dependencia de Dios en todos los aspectos de nuestra vida. Proverbios 3:5-6 dice: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas«. Este pasaje nos llama a confiar en Dios más que en nosotros mismos, reconociendo que nuestras habilidades y logros son el resultado de Su gracia.

Advertencia Contra el Orgullo y la Autosuficiencia. La autoadmiración excesiva puede llevar al orgullo, lo cual es peligrosamente engañoso. Proverbios 16:18 advierte: «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu«. El orgullo y la autosuficiencia pueden llevarnos a depender de nuestras propias fuerzas en lugar de buscar la guía y la provisión de Dios.

Servicio y Generosidad. El Nuevo Testamento nos instruye a usar nuestros recursos para servir a otros y glorificar a Dios. 1ª Pedro 4:10 dice: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios«. La verdadera mayordomía implica usar nuestras bendiciones para el bien de los demás y no para satisfacer nuestro propio ego.

Evitar la Idolatría del Dinero. Jesús advirtió contra la idolatría del dinero y las posesiones en Mateo 6:24: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas«. Cuando nos admiramos a nosotros mismos y nuestras riquezas, corremos el riesgo de convertirnos en nuestros propios ídolos, desplazando a Dios del centro de nuestra vida.

Enfoque en las Riquezas Eternas. La mayordomía bíblica nos llama a enfocarnos en las riquezas eternas más que en las temporales. Colosenses 3:2 dice: «Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra«. Cuando reconocemos que nuestras posesiones terrenales son pasajeras, podemos centrar nuestras vidas en las cosas que realmente importan y que tienen valor eterno.

La Trampa de la Autoadmiración en la Mayordomía

La autoadmiración, cuando se vuelve excesiva, puede transformarse en una forma de idolatría. En la administración de las finanzas, esta actitud puede manifestarse en el deseo de acumular riquezas para glorificarnos a nosotros mismos en lugar de usarlas para honrar a Dios.

Esta actitud es peligrosa porque nos lleva a olvidar nuestra verdadera identidad como siervos de Cristo, administradores de Sus bienes, llamados a ejecutar Su voluntad en la tierra.

Al considerarnos dueños y no administradores, corremos el riesgo de caer en el derroche y el uso egoísta de los recursos que Dios nos ha confiado. La historia está llena de ejemplos de individuos que, al admirarse a sí mismos y exigir adoración, cayeron en la ruina espiritual y moral.

La advertencia de Spurgeon es clara: cuando un hombre se admira a sí mismo, deja de adorar a Dios, porque el foco de su devoción ha cambiado.

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La mayordomía bíblica en las finanzas es un llamado a vivir con humildad, dependencia de Dios, y un enfoque en el servicio y la generosidad.

Al reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y está destinado a glorificar Su nombre, podemos evitar la trampa del orgullo y la autoadmiración excesiva.

Siguiendo los principios bíblicos, encontramos la verdadera satisfacción y propósito, que no se hallan en las riquezas materiales, sino en una relación profunda y significativa con nuestro Creador.

En última instancia, nuestra identidad y valor no se encuentran en lo que poseemos, sino en Aquel a quien servimos.

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