Contra Viento y Marea, Isaías 43:2

«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.» Isaías 43:2

En Isaías 43:2, Dios nos da una poderosa promesa de Su presencia y protección; este versículo, aunque principalmente relacionado con la protección divina, también ofrece principios aplicables a la mayordomía financiera.

La palabra «pases» del hebreo «עָבַר» (abar) implica movimiento a través de situaciones difíciles, lo que nos recuerda que, como administradores de las riquezas del Señor, debemos navegar los desafíos financieros con confianza en Su guía.

Nuestro Señor Jesucristo, fuente de todas las riquezas, nos acompaña en cada decisión financiera, asegurando que, aun en tiempos de dificultad económica, Su provisión es constante y suficiente.

El término «agua» en hebreo «מַיִם» (mayim) simboliza circunstancias que parecen abrumadoras, como pueden ser las preocupaciones financieras.

Como siervos de Cristo, debemos recordar que no estamos solos en nuestra gestión de los bienes que Él nos ha confiado. Cuando enfrentamos decisiones financieras complejas, podemos confiar en que el Señor está «con nosotros» (hebreo «עִמָּדִי» – imadi), guiándonos con Su sabiduría para tomar decisiones que honren Su nombre.

En Filipenses 4:19, se nos asegura que «mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús,» subrayando que nuestras necesidades serán atendidas mientras administramos fielmente lo que es del Señor.

La palabra «ríos» (hebreo «נָהָר» – nahar) representa flujos continuos de problemas o desafíos. Como mayordomos de los recursos del Señor, debemos aprender a manejar estos flujos con prudencia, sabiendo que no nos «anegarán» (hebreo «שָׁטַף» – shataf), es decir, no nos abrumarán ni nos harán caer.

La confianza en el Señor como nuestro proveedor nos permite enfrentar cada desafío financiero con valentía y determinación, reconociendo que, al final, Él es quien sostiene todas nuestras necesidades.

El «fuego» (hebreo «אֵשׁ» – esh) y la «llama» (hebreo «לֶהָבָה» – lehabah) pueden simbolizar pruebas intensas y purificadoras. Como ministros del Evangelio, sabemos que incluso cuando enfrentamos situaciones financieras críticas, no seremos «quemados» ni «arderemos,» pues el Señor nos purifica y fortalece para ser mejores administradores de Sus dones.

Un ejemplo práctico de estos principios se encuentra en la creación de un fondo de emergencia. Al reservar una parte de los ingresos para imprevistos, mostramos sabiduría en la administración de las riquezas del Señor, preparados para enfrentar cualquier dificultad financiera que pueda surgir.

Este acto de previsión refleja nuestra fe en la provisión continua de Dios y nuestro compromiso de utilizar Sus recursos sabiamente.

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En resumen, al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, manejamos nuestras finanzas de manera que honre a Dios, confiando en Su presencia y protección constante.

Cada desafío financiero se convierte en una oportunidad para depender más profundamente de nuestro Señor Jesucristo, recordando siempre que todas las riquezas son Suyas y que nuestra responsabilidad es usarlas para Su gloria y el avance de Su reino.

Al vivir con esta perspectiva, experimentamos la paz y la seguridad que provienen de ser administradores fieles de los dones de Dios.

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