Dar lo Primero y lo Mejor, Deuteronomio 26:10

Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.” Deuteronomio 26:10 (RVR1960)

Este versículo nos enseña un principio fundamental de la mayordomía financiera: el reconocimiento de que todo lo que poseemos proviene de Dios y que debemos ofrecerle lo primero y lo mejor de nuestros bienes en adoración.

La acción de traer las primicias es un acto de gratitud y obediencia, mostrando que como siervos del Señor, reconocemos que las riquezas no son nuestras, sino que nos han sido confiadas por Él para que las administremos con fidelidad.

Al analizar las palabras clave en el idioma original, obtenemos una comprensión más profunda de este principio. La palabra «traído» (hebreo: bo) implica llevar algo con la intención de ofrecerlo. Aquí, se subraya la importancia de que, como mayordomos de Cristo, debemos intencionalmente traer a Dios lo mejor de lo que obtenemos.

«Primicias» (hebreo: reshith) se refiere a la primera parte o lo más selecto de lo que reproducimos. Este término nos recuerda que lo primero y mejor de todas las ganancias debe ser apartado para Dios, como una muestra de que reconocemos Su señorío sobre las finanzas.

«Fruto de la tierra» (hebreo: peri ha’adamah) enfatiza que todo lo que obtenemos proviene de la creación de Dios; es decir, somos simples administradores de Su provisión.

La frase «me diste» (hebreo: natan) subraya que es Dios quien nos ha concedido todo lo que poseemos. Este reconocimiento es esencial para que, como administradores, manejemos las riquezas con la consciencia de que lo que tenemos es un don de Dios, no algo que poseemos por derecho propio.

El acto de «lo dejarás» (hebreo: heniach) delante de Jehová simboliza una entrega completa y una dedicación a Su servicio. Dejar las primicias ante Dios es un acto de rendición total, reconociendo Su soberanía en todas las áreas de nuestra vida, incluyendo las finanzas.

Finalmente, la palabra «adorarás» (hebreo: shachah) implica inclinarse o postrarse en reverencia. La adoración en este contexto es tanto un acto físico como espiritual, donde, como ministros de Cristo, reconocemos que la eficiente administración de las riquezas es una forma de adorar a Dios.

Un principio relevante que se desprende de este análisis es la necesidad de dar lo primero y lo mejor de las riquezas a Dios, no como un mero ritual, sino como una expresión sincera de nuestra devoción.

Este principio es apoyado por Proverbios 3:9, que dice: «Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos.» Este versículo refuerza la idea de que nuestra primera responsabilidad financiera es hacia Dios, dedicándole lo mejor de lo que Él nos ha confiado.

Un ejemplo práctico de este principio podría ser la decisión de apartar un porcentaje fijo de todos los ingresos para ofrendarlo a la obra de Dios antes de cualquier otro gasto.

Al hacerlo, no solo cumplimos con nuestra responsabilidad como mayordomos, sino que también fortalecemos nuestra dependencia de Dios como la fuente de todas las bendiciones.

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En resumen, estos principios nos guían a manejar nuestras finanzas de manera que honre a Dios, reconociendo que todo lo que poseemos proviene de Él. Al ofrecer nuestras primicias y adorar a Dios con nuestras finanzas, afirmamos nuestra fidelidad como siervos de Cristo y aseguramos que nuestras acciones reflejen Su soberanía y provisión en nuestras vidas.

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