Lo Primero es lo Primero, Proverbios 3:9

Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos.” Proverbios 3:9 (RVR1960)

Este versículo nos invita a una acción fundamental en la vida del creyente: honrar al Señor con lo que Él mismo nos ha dado.

La palabra «honra» (hebreo: kabed) implica darle peso o valor a algo, en este caso, a Dios mismo. Honrar al Señor con nuestros bienes es reconocer que Él es la fuente de todas las riquezas, y que lo que poseemos es, en realidad, de Él.

No somos más que administradores de lo que nos ha sido confiado, y esta administración debe reflejar reverencia y gratitud hacia nuestro Señor Jesucristo.

El término «Jehová» en el original hebreo es YHWH, el nombre sagrado de Dios que enfatiza Su soberanía y santidad. Al honrar a Jehová con nuestras finanzas, reconocemos Su señorío sobre todas las cosas, incluyendo nuestros recursos.

Como ministros de Su gracia, nuestras acciones financieras deben siempre reflejar esta soberanía, buscando en todo momento glorificar Su nombre.

La palabra «bienes» (hebreo: hon) se refiere a posesiones, riquezas o propiedad. En este contexto, el versículo nos llama a entregar lo que tenemos de valor al servicio del Señor. Esto no solo incluye las posesiones materiales, sino también el tiempo, habilidades y cualquier otro recurso que Dios nos haya confiado.

Como mayordomos de Cristo, estamos llamados a administrar esos bienes con sabiduría y diligencia, siempre reconociendo que pertenecen al Señor.

El término «primicias» (hebreo: reshith) se refiere a lo primero y lo mejor de lo que producimos, lo cual en la antigua Israel incluía la primera parte de las cosechas. Este principio tiene una profunda implicación espiritual y financiera: debemos dar lo mejor y lo primero de nuestros recursos al Señor, no lo que nos sobra.

Esta práctica no solo es una muestra de obediencia, sino que también refleja Su supremacía y nuestra confianza en la provisión continua de Dios.

La frase «todos tus frutos» (hebreo: kol tevu’atekha) engloba la totalidad de lo que producimos o ganamos. Nos llama a reconocer que toda productividad y éxito provienen del Señor, y que cada aspecto de los recursos debe ser consagrado a Él.

Como siervos de Cristo, estamos llamados a ofrecer no solo una parte, sino la totalidad de lo que obtenemos, reconociendo que Él es la fuente y el propósito de nuestras bendiciones.

Un principio clave que emerge de este análisis es la prioridad que debemos dar a Dios en las finanzas, dedicando a Él lo mejor y lo primero de lo que recibimos.

Este principio es respaldado por Deuteronomio 26:10, donde se nos instruye a llevar las primicias de la tierra ante Jehová y adorarlo con ellas. Esto subraya que todo enfoque financiero debe ser adorar a Dios a través de nuestra administración y dar con un corazón generoso y agradecido.

Un ejemplo práctico de este principio sería la decisión de un creyente de establecer un presupuesto donde la primera partida sea destinada a la obra de Dios, ya sea en ofrendas o de apoyo a los más necesitados.

Al hacer esto, demostramos que entendemos nuestra responsabilidad como esclavos voluntarios del Señor, honrando a Dios con lo mejor de las riquezas y confiando en Su provisión.

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En resumen, los principios extraídos de este versículo nos enseñan a manejar nuestras finanzas de manera que honre a Dios, poniendo a Cristo en el centro de nuestras decisiones económicas.

Al dar lo mejor y lo primero de nuestros recursos al Señor, reconocemos Su soberanía sobre nuestras vidas y Su generosidad en proveer para nuestras necesidades.

Estos principios, aplicados en nuestra vida diaria, nos guiarán a una administración financiera que glorifica a Dios y nos mantiene fieles a nuestra vocación como mayordomos de Su reino.

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