Todo tiene su Tiempo, Eclesiastés 3:1

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Eclesiastés 3:1 (RVR1960)

Este versículo nos enseña la importancia de reconocer y respetar los tiempos y las estaciones que Dios ha establecido en nuestras vidas, incluyendo la administración de las finanzas. Como administradores de los recursos del Señor Jesucristo, debemos comprender que hay un momento adecuado para cada decisión financiera.

La palabra «tiempo» en hebreo es «עֵת» (et), que se refiere a un momento o estación designada. En la administración financiera, esto implica que debemos ser pacientes y esperar el momento oportuno para realizar inversiones, ahorrar o gastar, asegurándonos de que nuestras acciones estén alineadas con la voluntad de Dios.

La palabra «quiere» en hebreo es «חֵפֶץ» (chefets), que significa deleite o deseo. Este término nos recuerda que nuestros deseos y anhelos deben estar sometidos a los tiempos de Dios.

Como siervos de nuestro Señor Jesucristo, debemos buscar que nuestros deseos financieros estén en armonía con los propósitos divinos, evitando decisiones impulsivas que puedan desviarnos de Su plan. Esto requiere una dependencia constante en la guía del Espíritu Santo para discernir el tiempo adecuado para cada acción.

«Debajo del cielo» en hebreo es «תַּחַת הַשָּׁמָיִם» (tachat hashamayim), que indica una perspectiva terrenal bajo la soberanía de Dios. Este principio subraya que todas nuestras decisiones financieras están bajo la supervisión y el control del Señor.

Como mayordomos de los bienes del Señor Jesucristo, debemos manejar estos recursos con reverencia y responsabilidad, reconociendo que cada decisión que tomamos tiene un impacto eterno y debe reflejar la sabiduría divina.

La frase «tiene su hora» en hebreo es «עֵת מוֹעֵד» (et mo’ed), que se refiere a un tiempo designado o una cita divina. Este concepto destaca la importancia de actuar en sincronización con los tiempos de Dios.

Como administradores de los bienes del Señor Jesucristo, debemos buscar Su sabiduría para tomar decisiones financieras en el momento adecuado, asegurándonos de que nuestras acciones estén alineadas con Su plan y propósito. Esto nos protege de errores costosos y nos permite ser efectivos en el uso de los recursos que Él nos ha confiado.

Un ejemplo práctico de aplicar este principio es la compra de una vivienda. En lugar de apresurarse a comprar en un mercado inflacionado por el temor de perder una oportunidad, un buen administrador espera pacientemente el tiempo adecuado, investigando, orando y buscando la guía de Dios para hacer la compra en el momento oportuno y bajo las condiciones adecuadas. Este enfoque no solo refleja la prudencia y sabiduría bíblica, sino también la confianza en el tiempo perfecto del Señor para cada decisión financiera significativa.

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En resumen, Eclesiastés 3:1 nos enseña la importancia de la paciencia, la alineación con la voluntad de Dios y la sensibilidad a Su tiempo perfecto en la mayordomía financiera. Como administradores de los bienes del Señor Jesucristo, debemos esperar en Su dirección y actuar con sabiduría, reconociendo que hay un tiempo para cada propósito bajo el cielo. Este enfoque nos permite manejar los recursos del Señor con integridad, responsabilidad y discernimiento, honrando a Dios en todas nuestras decisiones financieras.

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