“Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.” Lucas 8:18 (RVR1960)
Este versículo subraya la importancia de prestar atención y discernir correctamente lo que escuchamos y cómo aplicamos ese conocimiento en nuestras vidas, especialmente en el área de la mayordomía financiera.
La palabra «mirad» en griego es «βλέπετε» (blepete), que implica una observación cuidadosa y atenta. Como administradores de los bienes del Señor Jesucristo, debemos ser vigilantes y reflexivos en cómo manejamos los recursos que Él nos ha confiado.
No podemos permitirnos ser negligentes o descuidados con lo que hemos oído y aprendido sobre la administración financiera bíblica.
La expresión «cómo oís» en griego es «πῶς ἀκούετε» (pos akouete), que nos insta a considerar no solo lo que escuchamos, sino también la calidad de nuestra escucha y comprensión.
Como siervos de nuestro Señor Jesucristo, debemos esforzarnos por entender plenamente los principios bíblicos de la mayordomía y aplicarlos fielmente en nuestra gestión de los recursos de Dios. Esto incluye ser diligentes en la educación financiera basada en la Biblia, buscando siempre la sabiduría y dirección divina en nuestras decisiones económicas.
El principio de que «a todo el que tiene, se le dará» refuerza la idea de que aquellos que manejan bien los recursos del Señor serán bendecidos con más. Este principio no solo se refiere a la cantidad de recursos materiales, sino también a la sabiduría y las oportunidades para seguir siendo buenos administradores.
Como administradores, debemos ser fieles y responsables, sabiendo que nuestra diligencia y fidelidad serán recompensadas por el Señor.
Por otro lado, la advertencia de que «a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará» nos recuerda que la negligencia y la falta de discernimiento en la administración financiera pueden llevar a la pérdida de los recursos del Señor.
Este principio subraya la gravedad de no prestar atención y actuar con sabiduría en nuestras decisiones financieras. Somos llamados a ser administradores responsables y fieles, reconociendo que nuestros errores y descuidos pueden tener consecuencias significativas.
Un ejemplo práctico de este principio es la administración de una empresa cristiana. Un empresario que escucha y aplica los principios bíblicos de la mayordomía financiera, como la honestidad, la integridad y la generosidad, verá cómo su empresa prospera y se multiplica.
Por otro lado, un empresario que ignora estos principios y actúa con negligencia o deshonestidad, eventualmente verá cómo su negocio fracasa y pierde lo que pensaba tener.
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En resumen, Lucas 8:18 nos enseña la importancia de escuchar y aplicar cuidadosamente los principios bíblicos en nuestra administración financiera. Como administradores de los bienes del Señor Jesucristo, debemos ser diligentes y sabios en nuestras decisiones, sabiendo que nuestra fidelidad será recompensada y nuestra negligencia será juzgada. Al prestar atención a cómo oímos y actuamos, honramos al Señor en nuestra mayordomía y aseguramos una administración fiel y efectiva de Sus recursos.
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