“El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio.” Proverbios 11:30 (RVR1960)
Este proverbio presenta dos ideas fundamentales:
1. “El fruto del justo es árbol de vida” → La vida de una persona justa produce bendición, influencia y guía para otros, como un árbol que da sombra y alimento.
2. “El que gana almas es sabio” → No significa que alguien tenga el poder de salvar almas, sino que es sabio aquel que lleva a otros a Dios y los guía por el camino correcto.
En el Antiguo Testamento, “ganar almas” se refiere a influir en otros para que vivan en justicia y temor de Dios. En el Nuevo Testamento, este concepto se traduce en la enseñanza de hacer discípuloscomo lo ordenó Jesús.
1. “El fruto del justo es árbol de vida” – La influencia del justo. En la Biblia, la metáfora del árbol de vida representa bendición, sabiduría y vida eterna en comunión con Dios.
Salmo 1:3 – “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” El justo es comparado con un árbol que da frutos en beneficio de otros.
Proverbios 3:18 – “Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.” La sabiduría de Dios también es descrita como un árbol de vida.
El fruto del justo se refiere a la influencia positiva y el impacto espiritual que una persona justa tiene en los demás. No es solo su conducta personal, sino la forma en que su vida inspira, enseña y guía a otros hacia Dios.
Jesús también enseñó que un buen árbol da buen fruto (Mateo 7:17), lo que significa que la vida de una persona justa producirá buenos resultados en su entorno.
2. “El que gana almas es sabio” – Guiar a otros hacia Dios = Hacer discípulos. Este versículo no dice que un ser humano pueda “ganar almas” en el sentido de salvarlas, porque solo Dios salva.
Juan 6:44 – “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.” Efesios 2:8-9 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Por lo tanto, ganar almas no significa que una persona tenga el poder de salvar a otra, sino que se refiere a la sabiduría de guiar a otros hacia Dios, ayudándolos a conocer la verdad y vivir en justicia.
Jesús y la Gran Comisión: Hacer discípulos. Jesús en el Nuevo Testamento reemplaza el concepto de “ganar almas” con el mandato de hacer discípulos: Mateo 28:19-20 – “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Jesús no nos llama a convertir personas, sino a discipularlas, enseñándoles a vivir conforme a Su Palabra. Es el Espíritu Santo que convence de pecado que convierte las vidas de las personas y salva.
Marcos 16:15 – “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” La predicación del evangelio es el medio por el cual las personas son llamadas a seguir a Cristo.
Por lo tanto, en el Antiguo Testamento, “ganar almas” significaba influenciar a otros hacia la justicia. En el Nuevo Testamento, Jesús amplía esto a hacer discípulos, que implica no solo predicar, sino enseñar y formar a otros en la fe.
3. Ejemplos bíblicos de personas sabias que guiaron a otros a Dios
Daniel 12:3 – “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” Es sabio aquel que enseña justicia y guía a otros a Dios.
Hechos 8:26-39 – Felipe y el etíope. Felipe no “ganó” el alma del etíope, pero le explicó las Escrituras, lo ayudó a entender el evangelio y lo dirigió hacia Cristo.
Juan el Bautista (Juan 1:6-8) Su misión fue preparar el camino para Cristo y llevar a otros a Él.
Ninguno de estos personajes salvó a alguien, pero fueron sabios porque dirigieron a las personas hacia Dios.
4. ¿Cómo aplicar esto en la vida?
1. Ser justos para dar fruto. Vivir en obediencia a Dios para que nuestra vida refleje Su justicia. Nuestro testimonio influye en otros como un árbol de vida.
2. Guiar con sabiduría a otros hacia Dios (Hacer discípulos) No podemos salvar a nadie, pero podemos ser instrumentos para que otros conozcan a Cristo. Esto incluye enseñar la Palabra, aconsejar con amor y vivir de manera que inspire a otros a buscar a Dios.
3. Depender de Dios en el proceso. La salvación es obra de Dios, no nuestra. Nuestra tarea es ser fieles en compartir la verdad, y el Espíritu Santo, de nuevo, hará la obra en los corazones.
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Proverbios 11:30 no enseña que podemos “ganar almas” en el sentido de salvarlas, sino que es sabio aquel que guía a otros hacia Dios.
El justo, con su vida, es como un árbol de vida que bendice a otros, y el sabio no impone su propia salvación, sino que apunta a Cristo como el único Salvador.
En el Nuevo Testamento, Jesús transforma este concepto en la Gran Comisión, donde el llamado no es solo a evangelizar, sino a hacer discípulos: formar personas que vivan conforme a la voluntad de Dios.
Por lo tanto, la verdadera sabiduría no está en creer que podemos “ganar” almas, sino en ser fieles en llevar el mensaje de Dios, discipular a otros y confiar en que Él hará la obra de salvación en los corazones.
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