Figuras de Dicción: Amebea

Amebea. Cuando los miembros se enlazan simétricamente al principio y al final

Definición general. La Amebea (del griego ameibō, “intercambiar” o “alternar”) es una figura de repetición y estructura paralela, que consiste en comenzar y terminar una serie de frases o cláusulas con las mismas palabras o expresiones, creando un efecto de cierre, simetría o circularidad literaria.

Este recurso estilístico tiene como objetivo reforzar una idea mediante la estructura envolvente, como si el pensamiento se cerrara sobre sí mismo. Es frecuente en composiciones poéticas, proféticas y sapienciales, donde el ritmo y la forma destacan tanto como el contenido.

Bullinger la ubica entre las figuras de repetición, especialmente dentro de aquellas que crean “simetría envolvente”, y señala su uso como forma de énfasis, memorización y belleza estructural en las Escrituras.

Características de la Amebea:

• Cierra el pensamiento con las mismas palabras que lo abren.

• Enmarca una idea, creando énfasis por repetición.

• Ayuda a la memorización por su estructura cíclica.

• Produce armonía, equilibrio y plenitud en el estilo.

• Puede aparecer en versículos individuales o en pasajes extensos con estructura quiástica.

Ejemplos bíblicos:

Eclesiastés 1:2. “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.” Aquí la expresión “vanidad de vanidades” aparece al inicio y se repite al final del pensamiento, cerrando el círculo de manera envolvente y solemne. El efecto es poético, enfático y meditativo. El lector es llevado a ver que, del principio al fin, el tema permanece: vanidad.

Isaías 6:3. “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.” Aunque no es exactamente idéntica al principio y fin, la forma tripartita de la alabanza y su repetición simétrica refuerzan la reverencia con la que los serafines proclaman la santidad de Dios, volviendo al nombre divino como ancla de la frase.

Salmo 103:17-18. “Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen… sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.” Este salmo no repite una misma palabra literal, pero establece un marco temático de temor reverente y obediencia, repitiendo al inicio y al fin el sujeto de la bendición: los fieles temerosos. Es una amebea temática que encierra el favor de Dios entre dos cualidades del creyente.

Diferencias con otras figuras similares:

• No es exactamente un quiasmo, que invierte el orden de los elementos (A-B-B-A), aunque ambas figuras pueden coincidir.

• No debe confundirse con la inclusio, aunque se asemejan: la Amebea es más breve, centrada en una o dos frases, mientras que la inclusio puede abarcar capítulos completos.

• No es anáfora ni epífora, pues no se trata solo de repetir al inicio o final, sino de enmarcar con simetría completa.

Usos teológicos y prácticos:

• Para resaltar verdades eternas: repetir la idea central al inicio y final refuerza su inmovilidad o trascendencia.

• Para enmarcar promesas o advertencias: rodear un mensaje con las mismas palabras lo vuelve inolvidable.

• Para transmitir seguridad: lo que inicia y termina igual transmite estabilidad, como ocurre con Dios mismo, el “Alfa y Omega”.

Aplicación homilética. La Amebea es útil en la predicación cuando se desea reforzar una idea principal mediante estructura envolvente.

Por ejemplo:

• “Cristo murió por nosotros. Y por nosotros resucitó Cristo.

• “La Palabra de Dios nos sostiene. Y es ella la que nos sostendrá hasta el fin.”

• “Fiel es Dios, que llamó. Fiel será Dios, que cumplirá.

Estos patrones de repetición al principio y al final no solo embellecen el mensaje, sino que dan unidad, armonía y fuerza a la verdad proclamada.

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Conclusión. La Amebea es una figura que abraza el mensaje con simetría, como si el pensamiento se atara con un lazo. 

Eleva el arte del discurso bíblico y lo convierte en eco estructural del carácter de Dios: el mismo ayer, hoy y siempre.

El principio y el fin coinciden. Y en esa coincidencia, hay belleza, seguridad y gloria.

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