El 6 de febrero de 1564 (Historia Moderna), Juan Calvino, físicamente frágil y consciente de que su vida estaba llegando a su fin, fue llevado en una silla a la iglesia para predicar lo que sería su último sermón. A pesar de su precario estado de salud, su compromiso con la proclamación de la Palabra de Dios permanecía inquebrantable.
Ese acto reflejaba su celo por la predicación y su deseo de servir a la iglesia hasta el último aliento.
Desde hacía años, Calvino sufría de múltiples dolencias, incluyendo problemas pulmonares, gota y problemas digestivos severos. Sin embargo, a pesar de su debilidad física, continuó desempeñando sus funciones pastorales y teológicas con una determinación admirable.
En su última predicación, aunque su cuerpo estaba agotado, su espíritu seguía firme en la fe que había defendido durante toda su vida. Este evento fue un testimonio visible de su entrega al evangelio y su convicción de que la predicación de la Escritura debía ocupar el lugar central en la vida cristiana.
Tres meses después, el 27 de mayo de 1564, Juan Calvino falleció en Ginebra, a la edad de 54 años. Su muerte marcó el fin de una era, pero su legado teológico perduró a lo largo de los siglos.
Como uno de los principales reformadores del siglo XVI, sus enseñanzas influyeron profundamente en el desarrollo del protestantismo, particularmente en la tradición reformada.
Calvino dejó una vasta obra escrita, siendo su obra más influyente La Institución de la Religión Cristiana, una exposición sistemática de la doctrina reformada que sigue siendo estudiada en la actualidad.
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Además, sus comentarios bíblicos y sermones reflejan su profundo compromiso con la exposición fiel de las Escrituras. Su énfasis en la soberanía de Dios, la justificación por la fe, la autoridad de la Escritura y la centralidad de Cristo en la vida cristiana conformaron las bases de lo que hoy se conoce como el calvinismo.
La influencia de Calvino no se limitó a la teología. Su modelo de gobierno eclesiástico en Ginebra sirvió de inspiración para muchas comunidades protestantes en Europa y América del Norte.
Bajo su liderazgo, Ginebra se convirtió en un centro de refugio para protestantes perseguidos y en un laboratorio de reforma eclesiástica.
Sus ideas sobre la educación, el trabajo y la vida en comunidad contribuyeron al desarrollo de una ética protestante que impactó diversas esferas de la sociedad.
La muerte de Calvino no significó el fin de la Reforma, sino más bien el comienzo de su expansión. Sus discípulos y seguidores continuaron difundiendo sus enseñanzas, influyendo en movimientos como el puritanismo en Inglaterra y las iglesias reformadas en los Países Bajos, Escocia y más allá.
Su impacto sigue siendo evidente en la teología reformada moderna y en la manera en que muchas iglesias entienden la doctrina de la gracia de Dios.
El 6 de febrero de 1564 fue, por tanto, una fecha emblemática que simboliza la fidelidad de un hombre que, aún en la debilidad, perseveró hasta el final en la proclamación del evangelio.
La vida y obra de Juan Calvino continúan inspirando a creyentes de todo el mundo, recordándonos que la verdadera fortaleza no proviene del cuerpo, sino de la gracia soberana de Dios.
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