Justo Desamparado, Salmo 37:25

La afirmación de David en el Salmo 37:25, «Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan,» presenta un mensaje poderoso sobre la fidelidad de Dios hacia los justos y la confianza en Su provisión.

Pero a quién se refiere la Biblia cuando habla de «el justo» y cómo se aplica este concepto en el contexto de las Escrituras hebreas y griegas.

En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea para justo es «צַדִּיק» (tzadik). Este término describe a una persona que vive en conformidad con la ley de Dios, demostrando integridad, moralidad y piedad.

El justo es aquel que mantiene una relación correcta con Dios y con los demás, viviendo de acuerdo con los mandamientos y estatutos divinos. La justicia en este sentido es relacional, abarcando tanto el comportamiento personal como la responsabilidad social.

El justo es aquel que sigue los mandamientos de Dios con un corazón sincero (Deuteronomio 6:5), aquel que mantiene una conducta íntegra en sus relaciones, siendo honesto y equitativo (Miqueas 6:8) y, muestra amor y cuidado hacia los necesitados, reflejando el carácter de Dios (Proverbios 21:13).

En el Nuevo Testamento, la palabra griega para justo es «δίκαιος» (dikaios). Al igual que en el Antiguo Testamento, el término implica rectitud, pero también se asocia con la justificación y la salvación a través de Cristo.

En el contexto del Nuevo Testamento, ser justo no solo significa vivir correctamente, sino también ser declarado justo por Dios a través de la fe en Jesucristo.

La justicia es recibida por la fe en Jesús, quien es nuestra justicia (Romanos 3:22), por lo tanto, el justo es transformado por el Espíritu Santo, viviendo de acuerdo con los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y, la justicia se manifiesta en el amor hacia los demás y el servicio desinteresado (Juan 13:34-35).

El Salmo 37:25 no implica que los justos nunca enfrentan dificultades o carencias materiales. Más bien, es una observación de la fidelidad de Dios a lo largo de la vida de David.

La provisión divina se entiende como el cuidado continuo de Dios por aquellos que le son fieles, una promesa de que nunca serán abandonados ni desatendidos por Él.

Desamparado (עָזַב – Azav): Sugiere la idea de ser abandonado o dejado sin cuidado. En este contexto, implica que Dios no abandona a los justos en sus necesidades.

Mendigue (בִּקֵּשׁ – Baqash): Se refiere a la búsqueda o el pedido de sustento. La idea es que los justos no carecen de lo necesario porque Dios provee para ellos.

El hecho de que siempre haya pobres en Israel y en cualquier sociedad es reconocido en las Escrituras. Sin embargo, esto no contradice el cuidado divino prometido a los justos.

En lugar de ello, resalta la responsabilidad de los justos de ser agentes de la justicia y la compasión en el mundo. «Porque nunca cesará el pobre de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra.» Deuteronomio 15:11.

Deuteronomio 15:11 destaca la responsabilidad de los creyentes de cuidar de los pobres y necesitados, reflejando la justicia y la misericordia de Dios.

También le interesaría:

El Salmo 37:25 ofrece una perspectiva sobre la fidelidad de Dios hacia los justos y subraya la importancia de vivir una vida centrada en Él. A pesar de la presencia de pobreza y sufrimiento, la confianza en la bondad y la provisión de Dios es un principio fundamental de la fe cristiana. Los justos, definidos por su fe en Dios y su compromiso con la justicia, son llamados a vivir vidas que reflejen el amor y la provisión de Dios, confiando en que Él cuidará de ellos y de sus descendientes. Este pasaje nos recuerda que nuestra seguridad y provisión última provienen de Dios, y nos anima a buscar Su justicia en todo lo que hacemos.

Comparte en tus redes


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *