Un “evangelio” Cultural

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La historia nos muestra que en diferentes momentos, la expansión territorial y la imposición cultural han sido justificadas bajo la apariencia de la misión cristiana. Sin embargo, un verdadero enfoque bíblico en el área de la mayordomía y la evangelización rechaza tales prácticas, buscando en cambio la proclamación del Evangelio con integridad, amor y respeto por la dignidad de todas las personas.

Este enfoque se centra en la transformación espiritual a través de Cristo, en lugar de la conquista o la imposición cultural.

El mandato de Cristo a sus discípulos es claro: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15). Este llamado a la evangelización no implica coerción ni imposición cultural, sino una invitación a compartir las buenas nuevas de salvación con amor y respeto.

El Evangelio es un mensaje de esperanza y redención, que ofrece libertad del pecado y reconciliación con Dios, sin necesidad de destruir o subyugar culturas. «Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.» Romanos 1:16.

Romanos 1:16 resalta el poder del Evangelio como instrumento de salvación para todos, sin distinción de raza, cultura o nación. La verdadera misión cristiana es llevar este mensaje a todas las personas, respetando sus culturas y valores, mientras se les ofrece la transformación que solo Cristo puede dar.

Las acciones que implican el asesinato, el despojo y la imposición de una religión adulterada son contrarias a los principios del Evangelio y de la mayordomía bíblica.

La Biblia nos llama a ser pacificadores y a vivir en justicia, reconociendo que todas las personas son creadas a imagen de Dios y merecen ser tratadas con dignidad y respeto. «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.» Mateo 5:9.

Los cristianos están llamados a ser agentes de paz, llevando el mensaje de reconciliación y justicia, no solo entre las personas y Dios, sino también entre las naciones y las culturas.

La mayordomía bíblica en el área de las finanzas y los recursos aboga por el uso responsable y justo de lo que Dios ha confiado a la humanidad. Este principio también se aplica al respeto por las culturas y riquezas de los pueblos.

En lugar de explotar o destruir, los cristianos deben buscar maneras de apoyar y enriquecer a las comunidades, promoviendo la justicia y el bienestar. «El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» Juan 10:10.

Jesús vino para ofrecer vida abundante, una vida que respeta y valora a cada individuo y comunidad. La evangelización debe reflejar esta vida abundante, promoviendo el bienestar y el desarrollo integral de las personas.

El sincretismo religioso, que mezcla el cristianismo con prácticas idólatras o ajenas a la fe bíblica, diluye y corrompe el mensaje puro del Evangelio.

La única solución verdadera y eterna es el Evangelio de Jesucristo, que debe ser presentado sin adiciones ni alteraciones, permitiendo que el Espíritu Santo trabaje en los corazones de las personas. «Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.» 2ª Corintios 11:3.

2ª Corintios 11:3 advierte contra el peligro de alejarse de la pureza y la simplicidad del Evangelio. La misión cristiana debe ser firme en su compromiso de presentar a Cristo como la única fuente de salvación y verdad.

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Llevar solo el Evangelio, sin imposiciones culturales o económicas, es la esencia de la verdadera misión cristiana. A través del amor y el respeto, los cristianos pueden compartir la esperanza y la vida que se encuentran en Cristo Jesús, honrando la dignidad y las culturas de todas las personas.

La mayordomía bíblica nos llama a administrar bien no solo nuestras finanzas, sino también nuestro testimonio y nuestra influencia en el mundo, para que el nombre de Cristo sea glorificado y muchas almas sean llevadas a su salvación eterna.

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