“Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el Evangelio de Dios.” 1ª Tesalonicenses 2:9 (RVR1960)
Este versículo a los Tesalonicenses nos revela un principio fundamental de la mayordomía financiera: el llamado a trabajar con diligencia y responsabilidad, no solo para mantener nuestras necesidades, sino también para no ser una carga para los demás.
La exégesis de este pasaje resalta la devoción de Pablo y sus compañeros al evangelio, tanto que estaban dispuestos a trabajar arduamente para predicar sin imponer ninguna carga financiera sobre la comunidad.
Esto subraya la importancia de administrar nuestras finanzas de manera que podamos servir al Señor con integridad, reconociendo que todo lo que tenemos es de Él y debe ser usado para Su gloria.
Al analizar las palabras clave en su idioma original, encontramos una riqueza de significado que refuerza este principio. La palabra griega “μνημονεύω” (mnēmoneuō), traducida como «acordáis«, implica no solo recordar sino mantener vivo en la memoria con un propósito.
Como siervos del Señor, debemos mantener en nuestra memoria la importancia de nuestras responsabilidades financieras, reconociendo que somos administradores de Sus bienes.
El término “κόπος” (kopos), traducido como «trabajo«, va más allá del simple esfuerzo físico; implica un trabajo arduo que desgasta, un esfuerzo que implica sacrificio.
Eso nos enseña que como administradores de los recursos del Señor, debemos estar dispuestos a trabajar con dedicación y sacrificio, entendiendo que nuestra labor es un servicio directo a nuestro Amo.
“Μόχθος” (mochthos), traducido como «fatiga«, añade la idea de sufrimiento o esfuerzo extremo. Este término nos recuerda que nuestra labor como ministros de Cristo puede ser agotadora, pero es en ese sacrificio donde mostramos nuestra fidelidad a la administración de las riquezas del Señor.
El verbo “ἐπιβαρέω” (epibareō), que se traduce como «ser gravosos«, implica poner una carga sobre alguien. Como mayordomos, debemos evitar ser una carga financiera para otros, lo que requiere una administración sabia y generosa de los recursos que Dios nos ha confiado.
Finalmente, “εὐαγγέλιον” (euangelion), que se traduce como «Evangelio«, es central para nuestro llamado como siervos de Cristo. Toda nuestra administración de los bienes del Señor debe estar orientada hacia la proclamación del Evangelio, recordando que Jesucristo es la fuente de todas las riquezas y que nuestra misión es extender Su reino.
Un principio bíblico adicional que apoya esta enseñanza lo encontramos en Colosenses 3:23-24, que nos exhorta: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.«
Lo anterior refuerza la idea de que nuestra labor, incluyendo la administración de las finanzas, debe ser realizada con el propósito de agradar a Dios y no a los hombres, reconociendo que somos esclavos voluntarios del Señor.
Para ilustrar uno de los principios más representativos de este versículo, consideremos un ejemplo práctico: Imaginemos a un creyente que, a pesar de tener un empleo modesto, decide apartar una parte de su ingreso para apoyar la obra misionera. Este creyente trabaja con diligencia, asegurándose de que su contribución no sea una carga para su familia, sino que sea un sacrificio hecho con alegría para la expansión del evangelio. En esto, demuestra una mayordomía fiel, reconociendo que los recursos son del Señor y deben ser usados para Su gloria.
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En resumen, los principios extraídos de este versículo nos enseñan que como mayordomos de las riquezas del Señor, debemos trabajar con diligencia, evitar ser una carga para otros, y dirigir nuestros esfuerzos hacia la proclamación del evangelio.
Aplicar estos principios en nuestra vida diaria nos permitirá manejar nuestras finanzas de manera que honre a Dios, siempre recordando que somos administradores de los bienes de nuestro Señor Jesucristo, y que toda nuestra labor debe reflejar Su gloria.
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