#sabíasqué Tanto el faraón, en tiempos de Moisés, como Herodes, en los días del nacimiento de Jesús ordenaron la matanza de niños hebreos como un intento desesperado por preservar su poder. En Éxodo 1:22, el faraón decretó que todos los varones recién nacidos fueran arrojados al río Nilo, mientras que en Mateo 2:16, Herodes mandó asesinar a los niños menores de dos años en Belén.
Ambos eventos revelan la oposición de los poderes terrenales al propósito divino y la intervención soberana de Dios para preservar a los libertadores que cumplirían Su plan redentor.
El decreto de Faraón (Éxodo 1:22). En el libro de Éxodo, el faraón de Egipto ordenó que todos los varones hebreos recién nacidos fueran lanzados al río Nilo para evitar que los israelitas siguieran multiplicándose y representaran una amenaza para su poder: “Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.” (Éxodo 1:22)
Ese decreto fue un intento de controlar el crecimiento de los hebreos, quienes estaban esclavizados en Egipto, y evitar una posible insurrección. Sin embargo, gracias a la fe y valentía de sus padres, Moisés fue salvado de esta orden, lo que marcó el inicio de su papel como libertador de Israel.
El decreto de Herodes (Mateo 2:16). Cuando Jesús nació, Herodes el Grande, temeroso de que el “Rey de los judíos” anunciado por los magos amenazara su trono, ordenó la matanza de todos los niños varones menores de dos años en Belén y sus alrededores: “Herodes, al verse burlado por los magos, se enfureció, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había averiguado de los magos.” (Mateo 2:16)
Ese evento, conocido como la Matanza de los Inocentes, buscaba eliminar cualquier posible rival a su poder, pero fracasó porque Dios había advertido a José en sueños, llevándolo a huir con María y Jesús a Egipto.
Paralelismos entre ambos eventos. Ambos decretos son acciones de líderes opresores motivadas por el temor a perder el poder. Ambos implicaron la matanza de niños inocentes. En ambos casos, Dios preservó a los futuros libertadores: Moisés, quien lideraría la liberación de Israel, y Jesús, quien traería la salvación al mundo. Ambos episodios son recordados como actos de injusticia y opresión, pero también como momentos donde Dios muestra su soberanía y propósito.
En conclusión, aunque los eventos ocurrieron en contextos históricos y teológicos diferentes, tienen un paralelismo evidente que enfatiza el poder de Dios para proteger a aquellos que ha escogido para cumplir Su propósito.
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