-Permanezcamos igualmente atentos a las deudas malas como a las buenas.
-El Señor nuestro Dios con quien tratamos es infinito en provisión.
-Si la gente pudiera saber cuánto ganamos y gastamos, ¿qué cifras encontrarían? ¿Las que indican que somos siervos fieles o infieles?
-Si el dinero tuviera inteligencia, ¿superaría nuestra inteligencia financiera actual?
-Si valoramos más el dinero que a Dios, se convierte en nuestro ídolo.
-Muchos caen en la trampa de convertir la inversión en un juego de casino.
-Debemos comenzar con Dios si queremos entender correctamente la mayordomía financiera y todos sus aspectos.
-No somos nosotros quienes vamos al Señor pidiendo dinero, sino que es el Señor quien nos lo trae a Su voluntad.
-Cuando compramos un automóvil más caro de lo que podemos pagar para aparentar tener dinero, estamos actuando en contra de nuestra realidad porque terminamos con mucho menos dinero.
-El dinero por sí solo no genera más dinero; es el conocimiento aplicado lo que lo multiplica.
-Un corazón humilde siempre estará agradecido por las bendiciones monetarias que el Señor pone en nuestras manos.
-Podría acercarme a usted para enseñarle finanzas personales y usted podría responderme, ¿qué me vas a enseñar tú a mí sobre finanzas personales? A lo que respondería que estaría feliz de que entonces usted me enseñe finanzas personales. ¡Uno de los dos no es enseñable!
-No hay nada que necesitemos entre aquí y el cielo que no esté provisto en el Señor Jesucristo.
-Es mejor perder todo lo demás que perder el alma; más vale renunciar a todo lo demás que renunciar a la esperanza de la vida eterna.
-Nuestros problemas temporales no se desvanecen siempre.
-¿Por qué no nos convencemos de que no se puede tener todo?
-No hay nada más embriagador que la riqueza, y nada es más peligroso cuando no se administra con sabiduría.
-No es bíblico enseñar que Dios nos acepta tal como somos porque nadie puede, por sus propios méritos, ser aceptable ante Él debido a su naturaleza pecaminosa.
-A pesar de nuestra naturaleza pecaminosa, Dios muestra su gracia soberana al elegir a ciertos individuos para la salvación (Efesios 1:4-5). Esta elección no está basada en algo bueno en nosotros, sino en la pura misericordia y voluntad de Dios (Romanos 9:16).
-Aunque Dios nos recibe y justifica en nuestra condición pecaminosa, no nos deja en ese estado. La obra del Espíritu Santo en nosotros produce una transformación continua, conocida como santificación, que nos conforma cada vez más a la imagen de Cristo (Rom. 8:29, 2ª Cor. 3:18).
-La Biblia también enseña que debemos arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en Cristo para la salvación; el arrepentimiento es una parte integral de la respuesta humana al evangelio y es un fruto de la gracia de Dios en nuestras vidas.(Hechos 2:38, 1ª Juan 1:9)
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