“Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.” Hageo 1:6 (RVR1960)
Este versículo de Hageo destaca las consecuencias de vivir sin poner a Dios en primer lugar, incluso cuando se trata de nuestras finanzas.
El profeta Hageo se dirige al pueblo de Israel, quienes se encontraban ocupados en sus propios asuntos, construyendo sus casas y buscando su propio bienestar, pero descuidaban la casa del Señor.
A pesar de sus esfuerzos, no experimentaban satisfacción ni prosperidad, porque habían olvidado su verdadero llamado como mayordomos de los recursos que Dios les había dado.
La palabra «sembráis» en hebreo es זְרַעְתֶּם (zeratem), que implica la acción de plantar semillas con la expectativa de una cosecha abundante. Sin embargo, el contraste en la frase «y recogéis poco» (מְעָט, me’at) subraya la frustración de sus esfuerzos, mostrando que, aunque sembraron mucho, la cosecha no fue suficiente.
Ese principio se refleja en la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo sobre la necesidad de buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:33), y todas estas cosas materiales serán añadidas.
La expresión «coméis y no os saciáis» (וְאֵינֶנּוּ לְשֹׂבַע, ve’einennu lesova) enfatiza el vacío de buscar satisfacción en lo material sin la bendición de Dios. Igualmente, «bebéis y no quedáis satisfechos» (וְאֵינֶנּוּ לְשִׁכְּרוּת, ve’einennu leshikerut) se refiere a una insaciabilidad que acompaña a aquellos que no reconocen a Jesucristo como la fuente de todas las riquezas.
El término «trabaja» en hebreo es עֹבֵד (oved), que se refiere al esfuerzo físico, y «jornal» (שָׂכָר, sakar) es la paga recibida por ese trabajo. La frase «recibe su jornal en saco roto» (שַׂק נָקוּב, sak nakuv) sugiere que el fruto de su trabajo desaparece, como si se vertiera en un saco con agujeros.
Eso nos enseña que sin el respaldo de Dios, nuestros esfuerzos financieros resultan en futilidad, ya que somos meros administradores de Sus bienes.
Un ejemplo práctico de este principio es cuando una persona trabaja arduamente para ahorrar y construir su patrimonio, pero, sin tener a Dios como prioridad, esos fondos se ven consumidos rápidamente en gastos inesperados o malas decisiones. Esto ilustra la necesidad de ser mayordomos fieles y de buscar la dirección divina en nuestras decisiones financieras.
También le interesaría:
En conclusión, la enseñanza de Hageo 1:6 nos recuerda la importancia de reconocer que todas nuestras posesiones son del Señor y que, como Sus siervos, debemos manejar nuestras finanzas de una manera que le honre.
Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, aseguramos que nuestras acciones financieras estén alineadas con Su voluntad, buscando siempre Su guía y bendición en cada aspecto de nuestra administración.
Como apoyo adicional, Proverbios 11:24 nos enseña: «Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.» Esto subraya que la generosidad y la correcta mayordomía son claves para experimentar la verdadera prosperidad que viene de Dios.
Deja una respuesta