Sin Avaricia, Hebreos 13:5

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.» Hebreos 13:5.

Este versículo del libro de Hebreos nos ofrece una enseñanza profunda sobre la mayordomía financiera, fundamentada en la confianza en Dios y en el rechazo de la avaricia.

Al desglosar cada palabra clave en su idioma original, obtenemos principios valiosos para administrar las finanzas de una manera que honre a nuestro Señor Jesucristo, quien es la fuente de todas las riquezas.

La palabra «costumbres» (τρόπος, tropos) en griego se refiere a nuestro carácter o manera de vida. Como siervos de Cristo, nuestra vida debe reflejar una conducta que no esté marcada por la avaricia.

La avaricia, traducida del griego φιλαργυρία (philargyria), que literalmente significa «amor al dinero», es un deseo insaciable de acumular riquezas. Este deseo es peligroso porque desplaza a Dios del centro de nuestras vidas y nos convierte en esclavos (voluntarios) de lo material, olvidando que todo lo que poseemos pertenece al Señor y no a nosotros.

Jesucristo, nuestro Señor y fuente de todas las riquezas, nos llama a vivir de una manera que refleje Su carácter, confiando en Su provisión y rechazando el afán de acumular tesoros terrenales.

El siguiente término clave es «contentos» (ἀρκέω, arkeó), que implica estar satisfechos o tener suficiente. Este concepto es fundamental para la mayordomía, ya que nos enseña a vivir con gratitud por lo que Dios nos ha dado, sin desear más de lo necesario.

Como administradores de los recursos del Señor, debemos aprender a vivir con lo que tenemos en este momento, reconociendo que lo que Él nos ha provisto es suficiente para nuestras necesidades.

Este principio se apoya en Filipenses 4:11-12, donde Pablo dice: «He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.» La satisfacción con lo que tenemos ahora es un testimonio de nuestra confianza en que Dios, quien nunca nos desamparará ni nos dejará, suplirá todas nuestras necesidades según Su riqueza en gloria.

El versículo también menciona «no te desampararé» (οὐ μή σε ἀνῶ, ou mē se anō) y «ni te dejaré» (οὐ μή σε ἐγκαταλίπω, ou mē se enkatali pō), lo que reafirma la promesa de la fidelidad continua de Dios.

Como mayordomos, debemos recordar que nuestro sustento no depende de las riquezas terrenales, sino de la inquebrantable fidelidad de nuestro Señor Jesucristo.

Esta certeza nos permite rechazar la avaricia y vivir con contentamiento, sabiendo que nuestras necesidades están seguras en las manos de Dios.

Un ejemplo práctico de estos principios podría ser un cristiano que enfrenta la tentación de endeudarse para adquirir más bienes materiales, como una casa más grande o un automóvil de lujo.

Si este cristiano recuerda el llamado a vivir sin avaricia y a estar contento con lo que ya tiene, podría decidir en cambio enfocarse en administrar bien los recursos actuales, confiando en que Dios proveerá lo necesario en Su tiempo.

Al hacerlo, este siervo de Cristo demostrará una vida que honra a Dios, no por lo que posee, sino por su confianza en la provisión divina y su rechazo al amor por el dinero.

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En resumen, la enseñanza de Hebreos 13:5 nos llama a vivir como ministros de Cristo, manejando las finanzas con un corazón libre de avaricia y con contentamiento en lo que el Señor nos ha provisto.

Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, podemos manejar nuestros recursos de una manera que glorifique a Dios, recordando siempre que todo lo que poseemos es de Él y que Su fidelidad nunca falla.

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