En el debate sobre el diezmo bíblico y su aplicación, uno de los pasajes más esclarecedores se encuentra en Números 31, donde se describe un mandato específico de Dios a Moisés respecto a la distribución del botín de guerra obtenido tras la victoria sobre los madianitas.
Este pasaje es significativo porque muestra que el diezmo establecido bajo la ley mosaica no era una regla uniforme para todo tipo de ingresos, especialmente en lo relacionado con el botín militar.
El contexto de Números 31. Dios ordena a Moisés que Israel haga justicia contra los madianitas por lo ocurrido en Peor (Núm. 25), y tras la batalla, el pueblo de Israel obtiene un gran botín compuesto por ganado, oro, ropa y personas capturadas.
El total del botín se divide en dos partes:
1. Una mitad para los soldados que participaron directamente en la guerra.
2. La otra mitad para el resto del pueblo de Israel.
Pero además de esta distribución equitativa, Dios establece un tributo sagrado, una especie de “ofrenda obligatoria” sobre este botín, que no corresponde al tradicional diezmo del diez por ciento.
Aquí se introduce un nuevo porcentaje: el uno por ciento (1%) y el uno de cada quinientos (0.2%), dependiendo del grupo.
La instrucción específica: La orden divina se expresa con claridad: “Y alzarás tributo para Jehová de los hombres de guerra que salieron a la batalla; uno de cada quinientos, tanto de las personas, como de los bueyes, de los asnos y de las ovejas. De la mitad de ellos lo tomarás, y darás a Eleazar el sacerdote, como ofrenda elevada para Jehová.” (Números 31:28-29) Y luego: “Y de la mitad que corresponde a los hijos de Israel, tomarás uno de cada cincuenta… y los darás a los levitas…” (Números 31:30)
¿Qué implican estos porcentajes?
1. Uno de cada quinientos (0.2%) del botín recibido por los soldados debía entregarse al sacerdote Eleazar como una ofrenda elevada.
2. Uno de cada cincuenta (2%) de la parte correspondiente al pueblo debía entregarse a los levitas, quienes no tenían heredad en la tierra y dependían del sostenimiento del resto del pueblo.
¿Es esto un diezmo? Aquí es importante detenerse: el texto de Números 31 no utiliza la palabra “diezmo” (ma‛ăsēr en hebreo). En cambio, habla de un “tributo” (terumáh), una palabra que en la ley mosaica suele referirse a una ofrenda elevada o porción consagrada. Esta distinción no es menor.
La ausencia de la palabra “diezmo” en un contexto donde se da una parte de los bienes a los sacerdotes y levitas, demuestra que Dios no consideraba este tributo parte del sistema de diezmos regulares.
De hecho, los porcentajes son diferentes, el contexto es militar y la entrega no se deriva de producción agrícola o ganadera, sino de un acto bélico extraordinario.
Así, aunque algunos han querido trazar una similitud entre este tributo y el diezmo, lo cierto es que la misma Escritura evita llamar diezmo a esta contribución.
La comparación, entonces, solo sirve para destacar su diferencia: no era parte del sistema regular, no implicaba el 10% y no se repite como norma continua.
Esto refuerza aún más que el acto de Abraham en Génesis 14 —al dar el 10% del botín a Melquisedec— tampoco puede considerarse una base normativa para el diezmo.
Si Dios, al legislar el trato del botín en la ley mosaica, no exigió el diez por ciento sino una fracción mucho menor, y además no usó el término “diezmo”, entonces el ejemplo de Abraham debe entenderse como una acción singular, no como un modelo perpetuo.
Aplicación en el debate actual. Cuando hoy se utiliza el ejemplo de Abraham para defender el diezmo como mandato para los cristianos, se omite con frecuencia el hecho de que el diezmo de Abraham fue del botín de guerra, mientras que Dios mismo reguló ese tipo de ingreso con porcentajes inferiores al 10% en la ley mosaica, y lo hizo sin usar el término diezmo.
Esto muestra que incluso bajo la ley, el diezmo no era una medida rígida para toda forma de ingreso, y por tanto, mucho menos debería usarse como norma universal en el Nuevo Pacto, donde el sacerdocio levítico ha sido sustituido por el de Cristo (Hebreos 7), y donde las ofrendas son voluntarias, proporcionales y alegres (2 Corintios 9:6-7).
El uno por ciento del botín de guerra ordenado en Números 31 constituye una evidencia clara de que el diezmo no era una medida absoluta para todo tipo de ingreso en Israel.
Esta instrucción específica refleja la flexibilidad y el discernimiento de Dios en Su ley, distinguiendo entre los frutos del trabajo ordinario y las ganancias extraordinarias.
Por tanto, el ejemplo de Abraham en Génesis 14 no puede utilizarse como fundamento doctrinal para la práctica del diezmo en la Iglesia, y la misma ley mosaica relativiza el diez por ciento cuando se trata de botín de guerra, reafirmando que el principio del dar, en la economía del Reino, debe partir de la gratitud, la fe y la dirección del Espíritu, no de una norma impuesta sobre porcentajes fijos.
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