«El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño.» Proverbios 22:3 (RVR1960)
Avisado (עָרוּם – arum): La palabra hebrea «arum» se traduce como prudente o astuto. En el contexto de la mayordomía financiera, esto implica que debemos ser previsores y cuidadosos en la gestión de los recursos que el Señor nos ha confiado. Como siervos de nuestro Señor Jesucristo, es nuestra responsabilidad anticiparnos a los problemas financieros y planificar con sabiduría.
En Proverbios 27:12, se repite el mismo principio, destacando la importancia de ser prudentes y prever las consecuencias de nuestras decisiones. Al actuar con previsión, podemos proteger los bienes del Señor y asegurar que sean usados para Su gloria.
Mal (רָעָה – ra’ah): «Ra’ah» significa maldad o peligro. Como administradores de los recursos del Señor, debemos estar atentos a las influencias negativas y los riesgos financieros que pueden comprometer nuestra integridad y la correcta administración de Sus bienes.
En 1ª Pedro 5:8, se nos advierte que estemos sobrios y vigilantes, porque nuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a quién devorar. Al estar conscientes de los peligros financieros, podemos tomar medidas para protegernos y mantenernos fieles a la dirección de Dios.
Esconde (סָתַר – satar): «Satar» significa esconderse o protegerse. Como mayordomos del Señor, debemos saber cuándo retirarnos de situaciones financieras riesgosas y buscar refugio en la sabiduría y provisión de Dios.
Salmos 32:7 declara que Dios es nuestro refugio y nos protege de la angustia. Al confiar en Su protección y seguir Su guía, podemos evitar decisiones financieras que podrían llevarnos al desastre.
Simples (פֶּתִי – peti): «Peti» se refiere a personas ingenuas o que carecen de entendimiento. Como ministros del Señor, estamos llamados a no ser ingenuos, sino a buscar conocimiento y discernimiento en todas nuestras decisiones financieras.
Efesios 5:15-16 nos exhorta a andar sabiamente, no como necios, redimiendo el tiempo porque los días son malos. Al buscar la sabiduría de Dios, evitamos la simpleza y tomamos decisiones que reflejan nuestra fe y compromiso con Su reino.
Pasan (עָבַר – avar): «Avar» significa pasar o atravesar sin prestar atención. Como esclavos de Cristo, debemos ser conscientes de no avanzar imprudentemente en situaciones financieras sin buscar la dirección de Dios.
En Proverbios 19:2, se nos recuerda que el alma sin conocimiento no es buena, y el apresurarse en sus pasos lleva al error. Al ser deliberados y considerados en nuestras decisiones, podemos honrar a Dios y usar Sus recursos sabiamente.
Reciben (נָכָה – nakah): «Nakah» implica recibir o experimentar un impacto negativo. Como administradores de los bienes del Señor, sabemos que nuestras acciones tienen consecuencias, y debemos esforzarnos por evitar el daño que resulta de decisiones financieras imprudentes.
En Gálatas 6:7, se nos dice que no nos engañemos, porque todo lo que el hombre siembra, eso también segará. Este principio nos llama a actuar con integridad y sabiduría, reconociendo que nuestras decisiones impactan tanto nuestro bienestar como el de aquellos a quienes servimos.
Daño (רָעָה – ra’ah): Nuevamente, «ra’ah» aquí se refiere a daño o perjuicio. Como siervos del Señor, debemos esforzarnos por protegernos y proteger a otros del daño que puede surgir de una mala administración financiera.
Al vivir según los principios bíblicos, evitamos el daño y promovemos la paz y la prosperidad que vienen de seguir a nuestro Señor Jesucristo.
Consideremos a un administrador financiero cristiano que, al ver señales de una inminente recesión económica, decide asesorarse con expertos, buscar la guía de Dios, y ajustar las inversiones de su organización para minimizar el riesgo. Al actuar con prudencia y discernimiento, protege los recursos del Señor y asegura que continúen siendo utilizados para el avance de Su reino.
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Estos principios bíblicos nos enseñan que, como siervos, administradores, mayordomos, ministros, y esclavos del Señor, debemos manejar nuestras finanzas de una manera que honre a Dios.
Al ser prudentes y conscientes de los peligros, y al buscar la sabiduría divina en nuestras decisiones, podemos proteger los bienes del Señor y asegurar que sean usados para Su gloria.
Aplicar estos principios en nuestra vida diaria nos permite vivir con integridad y confianza, reflejando el amor y la fidelidad de Dios al mundo que nos rodea.
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