Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. Este acto creativo de Dios nos recuerda su soberanía y autoridad sobre toda la creación, incluyendo nuestras posesiones y recursos. En la mayordomía bíblica de las finanzas, reconocemos que todo lo que poseemos es un regalo de Dios y debemos administrarlo conforme a sus principios.
La Biblia nos enseña que somos mayordomos de los bienes que Dios nos ha confiado, y esto incluye nuestras finanzas. Uno de los principios fundamentales de la mayordomía bíblica es la fidelidad. En 1ª Corintios 4:2, se nos dice: «Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.» Esto implica que debemos ser diligentes y responsables en la administración de nuestros recursos, asegurándonos de que nuestras decisiones financieras reflejen la voluntad de Dios.
Otro principio clave es la generosidad. Proverbios 11:24-25 nos enseña: «Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado.» La generosidad no solo es un acto de obediencia, sino que también refleja el corazón de Dios, quien es abundantemente generoso con nosotros. Al ser generosos con nuestros recursos, demostramos nuestra confianza en Dios como nuestro proveedor y participamos en su obra de bendición hacia los demás.
La prudencia es otro principio esencial en la mayordomía financiera. En Proverbios 21:5 se nos dice: «Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.» Esto nos enseña la importancia de planificar y tomar decisiones financieras sabiamente, evitando la impulsividad y asegurándonos de que nuestras acciones estén alineadas con los principios de Dios.
La integridad también juega un papel crucial en la administración de nuestras finanzas. Proverbios 13:11 nos dice: «Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.» Debemos evitar las ganancias deshonestas y buscar siempre actuar con honestidad y transparencia en nuestras transacciones financieras. La integridad no solo nos protege de consecuencias negativas, sino que también honra a Dios y fortalece nuestro testimonio como seguidores de Cristo.
Además, la Biblia nos llama a vivir con contentamiento y evitar la avaricia. En 1ª Timoteo 6:6-10 leemos: «Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.» Vivir con contentamiento nos ayuda a mantener una perspectiva correcta sobre el dinero y a enfocarnos en lo que realmente importa, que es nuestra relación con Dios y con los demás.
Finalmente, la dependencia de Dios es un principio fundamental en la mayordomía financiera. En Mateo 6:31-33, Jesús nos dice: «No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» Este pasaje nos recuerda que nuestra provisión viene de Dios y que debemos confiar en él, poniendo su reino y su justicia en primer lugar en nuestras vidas.
En resumen, la mayordomía bíblica en el área de las finanzas se fundamenta en la fidelidad, generosidad, prudencia, integridad, contentamiento y dependencia de Dios. Al aplicar estos principios, no solo administramos nuestros recursos de manera que honra a Dios, sino que también experimentamos su bendición y provisión en nuestras vidas.
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