maestros Intransigentes y Arrogantes

El gran problema de muchos de los nuevos “maestros” que no han sido llamados por el Señor, sino que se atribuyen ese rol por cuenta propia, es que, después de enseñar lo poco que saben, muestran una actitud de intransigencia y arrogancia. 

No son enseñables, sino tercos y obstinados frente a los verdaderos Maestros llamados por el Señor, quienes intentan instruirles; y que en primer lugar, no deberían asumir por sí mismos un Don que ha sido otorgado exclusivamente por Jesús.

Podemos encontrar en la Escritura una advertencia sobre la presunción de aquellos que se presentan como maestros sin el llamado genuino del Señor, así como sobre la disposición necesaria para recibir corrección. 

Pasajes relevantes para este tema son:

Santiago 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.” Este versículo advierte sobre la gravedad de hacerse maestro, recordándonos que ser maestro conlleva una gran responsabilidad y juicio, lo cual no debe tomarse a la ligera ni por ambición personal. Esto implica que no todos están llamados a enseñar, y hacerlo sin el llamado genuino puede ser un error.

Proverbios 12:15: “El camino del necio es recto a sus propios ojos; mas el que escucha consejos es sabio.” Aquí vemos la actitud que el Señor espera en quienes desean aprender o enseñar. Los maestros auténticos también saben escuchar y corregirse a sí mismos, mientras que aquellos que son necios son tercos y arrogantes. Esto contrasta con quienes buscan consejo y corrección, demostrando así la humildad que debe caracterizar a un siervo verdadero.

1ª Corintios 8:1: “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” Nos advierte contra el orgullo que el conocimiento mal enfocado puede producir. Aquellos que enseñan sin un llamado auténtico muchas veces caen en la soberbia de su propio conocimiento, en vez de buscar la edificación de otros en humildad y amor.

Versículos que nos enseñan que el rol de Maestro no debe tomarse a la ligera y requiere un corazón humilde y dispuesto a la corrección, algo que solo se manifiesta en aquellos verdaderamente llamados por Dios.

Un pasaje que destaca el llamado específico de Cristo a quienes Él elige para ciertos roles, incluido el don de maestro, es: Efesios 4:11-12: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” Este versículo deja claro que es Cristo quien da los dones y llama a cada persona para su función específica en la Iglesia, incluyendo el don de maestro. 

No es una posición que uno deba asumir por sí mismo, sino que es una responsabilidad dada por el Señor con el propósito de edificar a Su Iglesia. Ese pasaje nos recuerda que el don de enseñanza debe proceder de un llamado divino y no de ambiciones personales. 

Los maestros auténticos son aquellos que han sido constituidos por Cristo mismo, para formar y edificar a los creyentes en la verdad. Cambiar la postura, es decir, dejar de enseñar y además que ser enseñables como discípulos hasta que reciban (o no) el don de Maestros.

Recordar la importancia de una actitud humilde y enseñable, y la disposición a someterse como discípulos en lugar de asumir el rol de maestro sin el llamado de Dios. Este proceso de formación y de sumisión a la enseñanza de otros que han sido llamados legítimamente por Cristo es fundamental en el discipulado.

Otros versículos para aquellos que sienten el llamado al ministerio de enseñanza, primero deben demostrar humildad y disposición para aprender, sometiéndose a la enseñanza y dirección de líderes experimentados hasta que el Señor mismo confirme (o no) ese llamado en sus vidas.

1ª Pedro 5:5: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque ‘Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.’” Este versículo nos anima a sujetarnos a la autoridad y la experiencia de aquellos que Dios ha colocado como líderes legítimos en Su iglesia. La humildad y disposición a aprender de ellos es una señal de madurez espiritual. Así, aquellos que sienten un llamado deben primero mostrar sumisión y disposición a ser enseñados.

Hebreos 13:17: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” Este pasaje nos recuerda la importancia de someterse a la guía de líderes espirituales. Aquellos que no han recibido el don de Maestro deberían aceptar la enseñanza y la corrección de los pastores y Maestros establecidos hasta que, si es la voluntad de Dios, Él mismo les confiera ese don.

Proverbios 13:10: “Ciertamente la soberbia concibe contienda, pero con los bien aconsejados está la sabiduría.” La soberbia de no querer escuchar y aprender de otros conduce al conflicto y a la división. Sin embargo, los que están dispuestos a recibir consejo crecen en sabiduría, un principio esencial para cualquier discípulo que aspira a roles de liderazgo o enseñanza en el futuro.

También le interesaría:

El muy peligroso de que personas no llamadas por el Señor asuman el rol de maestros en la Iglesia. Estos “maestros” autoproclamados tienden a enseñar desde un conocimiento limitado y, al hacerlo, muestran actitudes de arrogancia e intransigencia. 

Según la Escritura, ser Maestro es un llamado serio que conlleva una gran responsabilidad y juicio, como se enfatiza en Santiago 3:1. Además, la humildad y la disposición a ser enseñados son características esenciales para quienes desean cumplir este rol de manera genuina. 

Pasajes como Proverbios 12:15 y 1ª Corintios 8:1 subrayan la importancia de escuchar consejo y evitar el orgullo, recordándonos que el amor, más que el conocimiento, edifica.

Cristo quien otorga los dones espirituales, como el de maestro, para edificar a la Iglesia, según Efesios 4:11-12. Por lo tanto, quienes sienten el llamado a enseñar deben primero someterse a la guía de líderes legítimos, demostrando humildad y disposición a aprender, como enseñan 1ª Pedro 5:5 y Hebreos 13:17

Este proceso de formación y sumisión es crucial para evitar la soberbia y para que Dios mismo confirme, si es su voluntad, el llamado a ser maestro. 

Solo aquellos que actúan con humildad y dependencia del Señor pueden cumplir fielmente el propósito divino en la enseñanza.

Comparte en tus redes


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *