Según las Fuerzas Dadas, Eclesiastés 9:10

Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10 (RVR1960)

Este versículo de Eclesiastés nos exhorta a vivir con diligencia y a poner todo nuestro esfuerzo en las tareas que se nos presentan.

La idea central es que la vida es breve y que debemos aprovechar cada oportunidad para trabajar con todo nuestro empeño, sabiendo que una vez que pasemos de esta vida, no tendremos otra oportunidad para realizar las obras que Dios nos ha encomendado.

En el contexto de la mayordomía financiera, esto significa que debemos ser diligentes y dedicados en la gestión de los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos.

Analizando las palabras clave en hebreo, podemos extraer principios aplicables a la vida financiera:

«Todo lo que te viniere a la mano» (hebreo: kol asher timtza yadcha) se refiere a cualquier tarea o responsabilidad que se presente en nuestras vidas. En el contexto financiero, esto incluye la administración de las finanzas, la planificación y el ahorro.

Como administradores de las riquezas del Señor, debemos estar atentos y ser proactivos en manejar correctamente lo que se nos ha confiado.

La palabra «hacer» (hebreo: la’asot) implica acción, trabajo y esfuerzo. En el manejo de las finanzas, esta palabra nos recuerda la importancia de tomar decisiones activas y sabias, ya sea en el ahorro, la inversión, o en el uso de nuestros recursos para el beneficio de los demás.

«Hazlo según tus fuerzas» (hebreo: bechochecha) subraya la importancia de poner nuestro máximo esfuerzo y energía en nuestras responsabilidades. Esto es particularmente relevante en la gestión financiera, donde la diligencia y el trabajo duro a menudo conducen a la prosperidad.

Nuestro esfuerzo no es solo un acto de responsabilidad personal, sino un acto de adoración y obediencia a Dios, quien es la fuente de todas nuestras bendiciones.

El «Seol» (hebreo: Sheol) es una referencia a la muerte o al lugar de los muertos. Nos recuerda la temporalidad de la vida y la urgencia de utilizar bien el tiempo y los recursos que tenemos ahora, porque una vez que se está en el Seol, no habrá más oportunidades para trabajar, aprender, o servir.

Este pensamiento debe impulsarnos a ser buenos mayordomos, no postergando decisiones importantes ni siendo negligentes en nuestras responsabilidades.

Un principio clave que refuerza esta enseñanza se encuentra en Colosenses 3:23-24: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.«

Ese versículo nos anima a recordar que todo trabajo, incluida la gestión de las finanzas, debe ser hecho con excelencia y con la motivación correcta, sabiendo que estamos sirviendo al Señor y no solo a nosotros mismos.

Un ejemplo práctico de este principio podría ser la planificación financiera a largo plazo. Si trabajamos diligentemente en establecer un presupuesto, ahorrar e invertir sabiamente, estamos utilizando las fuerzas y habilidades dadas por el Señor para administrar los recursos que nos ha encomendado. Esto no solo asegura nuestra estabilidad financiera, sino que también nos permite ser generosos y apoyar la obra del Señor, reflejando nuestra fidelidad y responsabilidad como Sus siervos.

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En resumen, Eclesiastés 9:10 nos desafía a ser diligentes y a poner todo nuestro esfuerzo en la mayordomía de los recursos que Dios nos ha confiado.

Nuestra vida es breve y las oportunidades que tenemos son limitadas, por lo que debemos trabajar con todas nuestras fuerzas, sabiendo que estamos sirviendo al Señor Jesucristo, la fuente de todas nuestras riquezas.

Esta actitud no solo nos permitirá prosperar, sino que también honrará a Dios en la forma en que manejamos nuestras finanzas y recursos.

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